La Terminal Terrestre se ubica en el norte de Guayaquil, frente al río Daule y junto al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar. El edificio original, de 1985, se encontraba deteriorado: tenía su estructura dañada, con problemas funcionales y de construcción, y niveles abandonados. Su relación con la trama vial y las circulaciones internas del predio presentaban grandes dificultades.
En 2002 la Fundación Terminal Terrestre llamó a concurso por invitación a estudios de arquitectura latinoamericanos para realizar la remodelación y el desarrollo de un nuevo edificio multifuncional. El complejo debería actuar como intercambiador modal que funcionara como un mojón urbano y renovara la puerta de entrada a Guayaquil.
La propuesta urbana y arquitectónica busca mejorar la funcionalidad y la seguridad del emprendimiento, disminuir las congestiones vehiculares y peatonales, mejorar la calidad espacial y ambiental, lograr una imagen contemporánea a partir del respeto y la atenta lectura del edificio existente, y buscar soluciones flexibles que posibiliten cambios y crecimientos.
La propuesta formal se basa en la arquitectura existente, abierta y pasible de ser completada. Se plantea un lenguaje contemporáneo y dinámico, que con pocos recursos logra una imagen identificable y contundente. Estos elementos caracterizadores se resumen en estructuras metálicas y cubiertas de chapa que cubren el edificio original y protegen el área de andenes del segundo piso, contribuyen a su redefinición formal y aportan al mantenimiento futuro del edificio; cerramientos livianos metálicos protegen las fachadas del edificio con elementos de parasoles que diferencian las transparencias diurnas y nocturnas.
Aprovechando la independencia estructural de los módulos centrales, se explota al máximo la espacialidad interior. Se genera una cinta de triple altura con iluminación cenital proveniente de un lucernario corrido que alberga las escaleras mecánicas. Este gran espacio es el centro de movilidad horizontal y vertical, y permite visuales de todos los sectores del complejo en todo el recorrido.
Frente a la terminal se plantea un gran espacio peatonal, una plaza concebida como un espacio neutro, multidireccional, a escala del importante contingente de peatones que acceden al edificio. Se logra un flujo peatonal sin interferencias con el vehicular. La miniterminal de ómnibus se conecta directamente con el complejo mediante galerías cubiertas. Se diseña una zona verde con especies autóctonas y una fuente que sirven de amortiguador entre la avenida y la circulación interna.
Se propone un espectro de materiales acotado, que tiende a una imagen de ligereza y dinamismo, basado en muros de mampostería revocada y pintada, parasoles, brise-soleil y quiebravistas de chapa de aluminio, muro cortina, cubiertas y estructuras metálicas.