El ojo escenográfico para los espacios cotidianos de Karina Kreth
Karina Kreth es arquitecta, directora de arte y empresaria. Junto a su hermana Vanesa, es el motor detrás de la reconocida firma de diseño y producción de muebles para chicos Krethaus.
La marca, con un origen argentino pero horizonte claramente global, se comercializa y gestiona internacionalmente.
Conversamos con Karina sobre esa apuesta a la excelencia, los desafíos de una logística de producción, presencias en eventos, canales de venta globales, la búsqueda continua de nuevos y exigentes mercados, y el contexto local y regional.
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Un temple seguro y a la vez fresco, tranquilo pero intenso en su interior, una imagen impecable, pero con detalles creativos de vanguardia es lo que respira Karina Kreth, alma máter de la firma de mobiliario Krethaus, integrante del colectivo artístico Triba y arquitecta egresada de la Fadu-UBA en 1995. La charla se extiende, llena de anécdotas cautivantes, un sábado a la mañana cuando nos encontramos en la terraza del Palacio Duhau a desayunar, muy cerca del local de la firma que dirige junto a su hermana Vanesa.
Poseedora de un espíritu explorador, experimental y emprendedor, es quizás su ascendencia familiar prusiana por parte de su padre ingeniero, y gallega por la de su madre, de profesión médica, la que genera esa mirada global de cada proyecto, la tendencia a la innovación y el empuje para crecer, creando experiencias sensoriales a partir de claros conceptos preliminares.
Sus inicios como diseñadora de trajes de baño dieron paso a ejercer como creadora de vestuarios para distintas campañas publicitarias. Más tarde llegaron los video clips, incluyendo “Matador“ de Los Fabulosos Cadillacs, colaborando con el director Pucho Mentasti a partir del cual se adentró en el mundo de adrenalina y creatividad publicitaria, sirviendo como productora de arte para distintas agencias, al tiempo que se formaba en la importancia del estilismo en el diseño de experiencias. Todo ello, mientras estudiaba arquitectura en la UBA, de donde egresó en 1995. Más tarde agregó a su currúculum, un master en la Universidad Torcuato di Tella en Comunicación de arquitectura americana de los años 50.
Fue hace 11 años, luego de casarse con Eugenio, abogado de profesión y en espera de su hijo menor, que inició la compañía Krethaus, especializada en mobiliario para chicos, al no encontrar en el mercado una línea de equipamiento que cuadrara sus expectativas de líneas contemporáneas, simples, evadiendo los lugares comunes del rubro.
La marca está dedicada a ser una voz responsable en el sector, incorporando el diseño contemporáneo desde la primera edad, con productos enfocados en actividades infantiles, elaborados con materiales nobles y distinguiéndose con sus líneas neutras, simples, y refinadas. Hay también un acento en texturas, acabados no tóxicos y sostenibles, y textiles certificados que completan sus líneas.
Karina es la directora creativa de la firma, mientras su hermana Vanesa, abogada, ejerce la parte comercial, complementándose y repartiéndose los mil roles y responsabilidades que implica gestionar una firma con visión global.
Han evolucionado desde startup de diseño y producción local, elaborando muebles con maderas de Lenga del sur del país, a empresa escalable internacionalmente con producción y componentes originarios de lugares como Portugal, Austria y Letonia.
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“Allá es mucho más fácil y natural esa interconexión laboral entre países y profesionales, con la ventaja adicional de integrarse a un sistema de certificaciones y trazabilidad de procedencias de los materiales que aseguran garantías y calidades de procesos que en Latinoamérica es difícil de implementar”
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Gracias a un cultivo de contactos, RRPP, proveedores y distribuidores especialmente en Europa donde su estética austera de aires escandinavos es apreciada, han realizado alianzas como la de Severinakids, firma de accesorios para chicos, y exhibido sus productos en muestras en Milan Salone del Mobile, Paris Maison & Objet y otras.
Fue en una de esas ferias que conocieron y más tarde incorporaron un socio estratégico en Bélgica quien se encarga de gestionar las ventas europeas.
Un camino plagado de anécdotas como el enviar muebles a una de esas muestras y que al traspasar aduanas se los desarmen en búsqueda de drogas en el cemento (práctica habitual, pero hasta ese momento desconocida para ellas, de la cual las salvó un colega, recomendándoles un proveedor italiano, carpintero, que trabajaba para Ferrari y que montado en motocicleta llegó a salvar sus piezas dejándolas prontas para ser exhibidas), o el de descubrir que en Latinoamérica, a pesar de esfuerzos es difícil garantizar trazabilidad de procedencias, exigida en mercados europeos, razón por la cual ampliaron fronteras en cuanto a una producción que garantice esas condiciones.
Muchas de sus piezas tienen la virtud y neutralidad para ser perfectamente integrables a espacios no necesariamente de uso infantil.
Karina viaja asiduamente a controlar los procesos, visitar contactos, exposiciones e incluso como speaker invitada. Tal es el caso reciente del Brand Summit 2018 en ocasión del aniversario de la Escuela Bauhaus, donde expuso sobre la vigencia de la influencia de dicha institución en Latinoamérica.
Otra particularidad no solo de la marca sino de su creadora en varios ámbitos y tal vez capitalizando su experiencia de cruce de disciplinas, es la vinculación y ánimo permanente de trabajo en equipo junto a profesionales y colegas arquitectos, artistas, diseñadores industriales, o gestores culturales que persigan una mirada diferencial en sus actividades.
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En su faceta como arquitecta, Karina continúa esa lógica de simplicidad y austeridad del lenguaje aunque manejando la expresividad personalizada. Tiene en su portfolio varios departamentos y casas donde ejerce su experiencia en industria cinematográfica. Cuando aborda proyectos lo hace como si fueran guiones, y su labor es la de adecuar una escenografía cotidiana como potenciadora de experiencias que enriquezcan a sus habitantes.
Asistida por diseñadores industriales, artistas y basada en una profunda investigación cultural y personal del cliente, establece un método de trabajo en equipo integrador de variadas disciplinas que se interceptan en cada espacio intervenido. Así, amalgama también su costado de gestora artística, y propone el arte como disparador de ideas y no por casualidad es requerida por coleccionistas y público vinculado a industrias creativas.