Alquimista bistró y hotel abrió sus puertas recientemente en Montevideo con una propuesta que evoca el encanto inglés sin olvidar raíces locales.
Mark y Carolina son un matrimonio anglo uruguayo que vivió varios años en Inglaterra, Suiza y otros destinos donde los llevaba el trabajo en finanzas de Mark. Con tres hijos y muchos proyectos, decidieron radicarse en Montevideo y fueron estudiando opciones para hacerlo realidad. Era el año 2010, y el primer paso fue una búsqueda online desde Inglaterra. Así se encontraron con un ejemplar de 1925 listado en Patrimonio, de unos 600m2 sobre la calle Bolivia en pleno barrio residencial de Carrasco Sur cuya compra concretaron sin tener claro en ese entonces el destino final. Por algún tiempo permaneció a la venta o en alquiler hasta que surgió la oportunidad de radicarse definitivamente. Pese al estado del lugar, vieron el potencial y se instaló la familia completa en el último piso mientras comenzaban las refacciones en las cuales participaban todos.
Un meticuloso trabajo de reforma y restauración con un proceso que debe interactuar necesariamente con la Comisión de Carrasco, Patrimonio y proveedores locales no siempre a la altura de estos horizontes, se ve reflejado sin embargo en un resultado excepcional. Barandas molduradas de escaleras lijadas entre madre e hija los fines de semana o grifería y plaquetas eléctricas inglesas traídas especialmente para el lugar, y hasta los cuadros seleccionados de artistas nacionales son ingredientes de personalidad local que equilibran la impronta inglesa y cuidados que suelen apreciar más afinadamente quienes han vivido en el exterior. Comenzaron trabajando con técnicos pero entendieron no respetaban cabalmente el alma del lugar proponiendo alteraciones que exigían cirugías innecesarias y prosiguieron el trabajo en forma autónoma. A medida que las obras se completaban se iban moviendo de sector hasta que un ultimátum de Carolina aceleró los ritmos para poder vivir confortablemente e iniciar el negocio familiar.
Vaya a saber por qué motivos, el nombre «alquimista» les evocaba a la distancia el país y ése fue el elegido para su hotel de 6 habitaciones y restaurante, abierto al público.
El resultado es una divina casa recuperada en su mayor esplendor con elecciones muy acertadas como el pintar la carpintería de madera en blanco lo cual agrega mucha luz a espacios normalmente más lúgubres, introducir piezas de mobiliario y decoración de alta calidad, rescatar de remates con ojo muy buenos diseños para sillas o mostradores, seleccionar piezas de arte de autores nacionales y hasta los platos del menú que tienen nombres e ingredientes autóctonos.
La cocina a cargo del chef Gonzalo Triñanes es visualmente creativa, llena de sabores y muy bien servida por el personal del lugar.
Las sorpresas están en cada rincón, y los espacios tienen esa identidad local pero bañada de un savoir faire con mirada más cosmopolita que lo hace encantador. Un balance entre tradición y modernidad que amerita la visita y augura ampliación de espacios sociales para el verano en su jardín posterior.