Minka es un Museo de Arte contemporáneo japonés, ubicado en Boulogne, Buenos Aires, al que puede accederse previa coordinación en grupos con sus propietarios, y que sin embargo muy poca gente incluso vecinos de la zona, conocen. La experiencia que ya se intuye al instante de traspasar el portón de acceso, incluye una clase magistral, de ésas que uno se quedaría todo el día, viajando entre temas de historia, geografía, política, arquitectura, diseño, o antropología, con anécdotas que revelan un conocimiento profundo y comprometido con la cultura que vivieron por más de 30 años. Fue en 1972 que se embarcaron rumbo a un proyecto laboral pero la pasión por la cultura fue la que los mantuvo allí mucho más de lo planificado.
Guillermo y Patricia Bierregard son una pareja de las que se construyen un camino con un objetivo por el que trabajan toda su vida custodiando un legado excepcional que por suerte, comparten con quienes tienen la fortuna de conocer su existencia y les interesa la cultura de oriente.
“Queríamos compartir esa experiencia que vivimos en Tokio y poder transmitirla a través de un proyecto cultural”, cuenta Guillermo, mientras guía al grupo comentando cada detalle y rincón del lugar: todo tiene su historia o significado particular.
El escenario es una casa de 250 años de antigüedad que trajeron desde el puerto de Nagoya y les llevó 9 arquitectos y 22 años ponerla en pie, (1984 al 2006) al tiempo que ellos seguían trabajando al otro extremo del globo para poder cubrir los gastos y hacerse con el acervo que contendría el Museo.
En ese período se hicieron habitués de remates de arte contemporáneo y moderno, conocieron artistas, visitaron museos y talleres y se hicieron además con una colección de más de 850 piezas de valor cultural incalculable que rotan en el museo periódicamente. Eligieron artistas recientes como para alinearse con la historia de la propia casa y acotar la interminable fuente de riqueza artstica japonesa a algo más cercano.
La construcción, originaria de un paraje a 200 km al norte de Kyoto, era característica de las áreas rurales (en las ciudades no abundan las casas de gran superficie) y estaba realizada con materiales del entorno cercano: madera del bosque de bambú, y papel. En ellas solían vivir familias y se usaban algunas áreas como espacio comunal de oficios de campesinos, como teñidos de telas, tejidos, o criaderos de gusanos de seda, mientras esperaban que pasaran las temporadas de nevadas y volver a labores del campo. Minka, es literalmente ‘casas de la gente: una residencia privada de los campesinos, artesanos y comerciantes, hechas con materiales baratos al alcance de la mano y del entorno cercano y representa la esencia de la arquitectura vernácula japonesa.
Es así que en Japón no tiene valor el individuo si no es en función de su rol en un grupo, y a su vez todos los elementos físicos tienen su contraparte simbólica: desde los canalones que reciben el agua de los tejados y se ubican sólo sobre los pretiles de accesos, liberando el resto de los tejados con caída libre, a las medidas y proporciones de los espacios.
El ken es una unidad tradicional japonesa de longitud, equivalente a seis pies japoneses, el shaku, de aproximadamente 30 cm. Aunque ha sido mayormente suplantado por el sistema métrico, esta unidad es una medida común en la arquitectura japonesa, donde se utiliza como una proporción de los intervalos entre los pilares de edificios de estilo tradicional o en las dimensiones estándar de los tatami. En la medida que éstos se utilizan para cubrir el suelo de la mayoría de las casas japonesas, las superficies de los pisos se miden en metros cuadrados sino en «tatami», que son equivalentes a la mitad de un cuadrado ken. Este sistema inspiró a Frank lloyd Wright, Le Corbusier.
La casa Minka se compró desmontada, se armó con personal especializado (carpinteros que heredan su oficio por generaciones) en el puerto de Nagoya para verificar que estuviera completa y funcionara en condiciones, y se volvió a desarmar para limpiarla , almacenarla, y 5 años después, embarcarla rumbo a Argentina, su destino final. No podía viajar en contenedores ya que posee vigas portantes de más de 4 toneladas , lo cual da una idea de la odisea logística que supuso el traslado solamente. En Argentina le esperaba un terreno que supo sortear toda clase de obstáculos en cuanto a áreas, permisos y autorizaciones, hasta que comenzaron las obras. El aprendizaje de arquitectos locales sobre técnicas y materiales de oriente, conviviendo inicialmente con equipos de carpinteros nipones (los mismos que la habían armado y desarmado previamente) que nunca habían salido de su país natal, traídos especialmente para asesorar y dar inicio a una construcción, fue otro de los desafíos que debió superar Guillermo, mientras viajaba periódicamente a controlar los trabajos. Los planos de adaptación eran del arquitecto Junzo Yoshimura, discípulo de Frank Lloyd Wright, que proyectó la disposición interior para que pudiera utilizarse como museo. El ensamble complejo, sin clavos de pilares centrales de madera portantes, vigas con contraflechas (producto del pandeo de los troncos de árboles durante las nevadas) y un perímetro de panelería liviana les daba suficiente resistencia ante inclemencias del tiempo y terremotos, aún sin cimentacin profunda.
La climatización de estos espacios era mediante «sensaciones»: en invierno con el hogar central, en verano, con pequeños papeles suspendidos que volaban con el viento. La iluminación en forma muy poética, con fanales calados con las fases lunares. Mucho de las experiencias de la cultura japonesa se basa justmente en las sensaciones y el simbolismo
Los interiores, revestidos en bambú eran transitados sin calzado obligatoriamente, hasta el terremoto del año 1923 en que murieron 12 mil personas, luego de lo cual se abandonó la costumbre.
El concepto de casa en Japon es el vocablo «katei» que significa Casa y jardin, lo que da la importancia del exterior en la vida interior. Todo el exterior se diseña en base a las visuales desde adentro dependiendo de las actividades, si se está mayormente acostado o sentado, o para apreciar distintos paisajes según las estaciones: el paisajismo no responde al arquitecto sino a quienes habitan la casa, y la casa se diseña de forma de elevar la vida de quien la habita. De esta forma, un mal jardín afecta la propia arquitectura.
La filosofía Zen no requiere de intelecto sino de experiencias para entender la realidad: para conocer algo hay que vivirlo, no aprenderlo de libros.
No hay que ver la forma sino entender lo que expresa detrás de la superficie.
Cada rincón y línea de esta casa parece cumplirlo.
Si desea conocerla, debe hacerse una cita previa por el 011 4737-9293 / 8110 o por mail a minka_en@yahoo.com.ar
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