Una mañana en el Palacio Duhau, Buenos aires

28/10/2014 | Actualidad

El Palacio Duhau es uno de los más majestuosos y relevantes edificios de la Avenida Alvear. Desde 2006, funciona en él el hotel Palacio Duhau – Park Hyatt Buenos Aires. Si a uno no le da el presupuesto para pasar varias noches, seguramente sí podría tomarse un café o almorzar en la espectacular terraza.

Un poco de historia  y antecedentes: Los hermanos Luis y Alberto Duhau dueños del terreno, encargaron al Arq. León Dourge, a principios de la década de 1930, el proyecto del actual edificio. El último de los grandes palacios de la Belle époque que encargaba la burguesía, que en esa época ya no era ni tan Belle epoque ni encargaban ese tipo de edificios.  Construido a partir de la demolición de otro previo, que no debia ser menor si se alojo la reina Isabel en los festejos del centenario, el palacio responde a líneas neoclásicas de influencia francesa. Está  inspirado en el Château du Marais (en Le Val-Saint-Germain, cerca de París), un ejemplo casi calcado versión rural previo a éste, su réplica más urbana.

Su fachada académica organizada según un eje de simetría presenta tres cuerpos. El central, definido por cuatro columnas de doble altura que sostiene un frontis triangular, contiene el acceso al piso principal, ubicado en un nivel superior al que se llega por medio de dos escaleras. Los laterales son dos planos levemente retraídos . El remate se materializa con una mansarda horadada por ventanas circulares.

En la residencia vivieron hasta hace poco tiempo los descendientes de la familia Duhau.

En la actualidad la propiedad fue comprada por un grupo inversor que encargó la construcción de un edificio que da a la calle Posadas y la refacción del Palacio para que funcione como un importante hotel cinco estrellas llamado Palacio Duhau – Park Hyatt Buenos Aires.

Afortunadamente la convivencia entre ambos edificios es relativamente feliz, suavizada por un jardín aterrazado que compensa la diferencia de escalas entre ambos.

Los interiores son el perfecto equilibrio de recuperación de arquitectura clásica con muebles modernos que no compiten por presencia. La iluminación pensada al milímetro tanto en exteriores como en interiores. Cada fase del día tiene su encanto.

Cada lugar, cada puerta que se abre, despliega un ambiente a cuál mejor que el anterior. El bar no puede ser más elegante, con esa mezcla de aire entre british y moderno, con una boiserie fuera de serie, espejos biselados….pasen y vean.

Abajo, una vinoteca, con bodega de quesos climatizada.

 Una de las particularidades de este hotel es la importancia que se le da al arte, ya que en el mismo en su plano subterráneo se recorre una galería de arte donde  se exhiben diversas obras entre las que se destacan La Ronda, de Guillermo Roux; Torso, del catalán Guerrero Medina; una pintura de Batlle Planas y una escultura de Bastón Díaz.

 El subsuelo-galería que cruza y une ambos edificios por debajo de los jardines.

 El hotel tiene una florería in-house que se ocupa de la decoración de espacios habituales o para eventos, regalos o atenciones a clientes, etc

 La torre nueva hacia la calle Posadas:

 Ingo Maurer presente

A agendar en próximo viaje, el personal es súper amable y las instalaciones un transporte a otras épocas de gloria de arquitectura y glamour en el ambiente..

(Gracias Analía Boari coordinadora de marketing del hotel)

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