En los años de la posguerra del siglo XX se desarrollaron dos de los movimientos más relevantes en arquitectura, artes aplicadas y diseño, a un lado y otro del Atlántico. Ambos reflejaban el auge de la industria, el crecimiento poblacional (y la consecuente alza en la demanda de viviendas) y la intención de mejorar la calidad de vida a nivel democrático.
La particularidad de estas corrientes y escuelas era un fuerte contenido conceptual y lineamientos claros, lo que les permitió generar productos y hábitats funcionales en primera instancia y con una estética blindada al paso del tiempo.
Surgieron en la década del ´20 pero se consolidaron a nivel global en los ´50: se trata de la Bauhaus y las Case Study Houses en la costa oeste de estados Unidos.
Era la posguerra, y la gente venía de años de sacrificios y restricciones, con industrias incluso destinadas a objetivos bélicos. Para cuando los conflictos terminaron, los gobiernos y las empresas se enfocaron en ese desarrollo postergado para incentivar el consumo y el desarrollo económico de los países.
Las Case Study Houses fueron experimentos en arquitectura residencial norteamericana patrocinados por la revista de John Entenza Arts&Architecture, quienes reunieron a los mejores arquitectos del momento, incluyendo a Richard Neutra, Raphael Soriano, Craig Ellwood, Charles y Ray Eames, Pierre Koenig y Eero Saarinen, para diseñar y construir casas modelo baratas y eficientes. La iniciativa se enmarcaba en el gran crecimiento de la demanda de casas residenciales en los Estados Unidos causado por el fin de la guerra y el regreso de millones de soldados.
La industrialización de algunos sistemas constructivos, la modulación, las plantas abiertas e integradas son algunas de las innovaciones de estos años. El equipamiento era de líneas modernas, funcional de líneas simples, muchas veces con estructura metálica o de madera, despojados y modernos.
Del otro lado del Atlántico la Bauhaus se había consolidado y muchos de sus referentes habían emigrado a Estados Unidos.
En Escandinavia sin embargo, sus referentes continuaron trabajando en el marco del movimiento moderno, democratizando el diseño, tomando como punto de partida la obra del arquitecto fines Aalvar Aalto y el danés Poul Henningsen en los años 20’s, y teniendo su apogeo en los años 50’s cuando fueron reconocidos internacionalmente. En una Europa asolada por la guerra, la filosofía inspiradora y socialista de mejorar calidades de vida y llevar el buen diseño a las masas era más que bienvenida.
Escandinavia fue más renuente a la industrialización y abrazó la artesanía y oficios como la carpintería fina para sus piezas, razón por la cual los muebles de madera daneses son un emblema en contrapunto con otros de similares líneas con estructuras metálicas industrializados del resto de Europa.
De la combinación de estos factores e influencia, surgió un diseño de gran calidad, que se dio a conocer mundialmente.
El diseño escandinavo se convirtió en responsable de incorporar un lenguaje más humano y natural al Movimiento Moderno llevando un nuevo principio que se conoció como “diseño orgánico “: diseñar con fluidez de las formas que a menudo se inspiran en la expresión misma de la naturaleza, basado en formas curvilíneas, materiales regionales y trabajo artesanal.
Hoy en día el interiorismo contemporáneo rinde culto e integra en sus propuestas ese tipo de mobiliario, con bases de madera lustrada, tapizados monocromáticos y líneas simples que combinan con casi todos los estilos con los que deban dialogar.
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