Tras una vida dedicada a la puesta en valor de la importancia del espacio público en la ciudad, su estudio e incluso su promoción, Amanda Burden fue nombrada Comisionada de Planificación de la ciudad de Nueva York. Tarea nada fácil en una ciudad en constante crecimiento pese a su alta densidad y que ha crecido siempre bajo intereses comerciales.
Sus retos más importantes fueron abordar el crecimiento poblacionaln de 1 millón de habitantes mediante una redistribución de densidad residencial en alturas en torno a los puntos vertebradores del transporte público; el reacondicionamiento de espacios en desuso mediante la creación de parques urbanos tales como el existente ahora en la bahía de Brooklin; y la recuperación de la antigua vía de tren abandonada en altura reconvertiendolo en un magnífico parque en lugar de su demolición: el High Line.
Todo ello atendiendo siempre a el diseño en detalle para el ciudadano. Alejada de presiones mercantilistas, Amanda Burden defiende que “la ciudad ha de pensar a largo plazo, penser en el bien común”, que “los espacios públicos tienen poder” y que “convertir un parque en un lugar donde la gente quiera estar, depende de que sea diseñada no como planificador urbano, sino como ciudadano”
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