El suzani es un textil de origen tribal que se extiende de Uzbekistán hacia el oeste y este de Asia en plena época de comercio medieval de la ruta de la seda, interconectando las culturas de Europa, Turquía y China con el mundo musulmán. El continente asiático siempre ha sido una tierra de textiles: las mujeres nómades y aldeanas solían decorar alfombras, mantas, tapices y tejidos con lana, algodón, fieltro y seda no solo como un recurso económico, sino también como un medio de expresión en su entorno más cercano. Así es como cada región individual desarrolla sus propios diseños distintivos, siendo el suzani una forma esencial de bordado en toda Asia Central.
La palabra proviene del persa, Suzan, que significa “aguja”. Los suzanies más antiguos conservados datan de los siglos XVIII y XIX, aunque probablemente su historia se remonte a tiempos anteriores. Existen descripciones detalladas de tiendas reales del siglo XV con colgaduras y bordados que parecen ser precursores de esta técnica, especialmente las piezas trabajadas en las ciudades de Bukhara y Shakhrisabz. En museos como el Metropolitan o el Victoria & Albert pueden apreciarse muestras de textiles realizados en aquellos años.
El suzani por lo general tiene una base de tela de algodón o seda para su bordado de hilo también en algodón o seda. En la mayoría de las piezas se usan dos técnicas tradicionales: el punto basma y el punto cadena. El primero consiste en colocar los hilos largos sobre la superficie de la tela para luego asegurarlos con puntadas cortas que suelen alinearse en diagonal; mientras que el segundo se hace con un gancho de tambor fino para producir elementos lineales delicados y detalles finos. La principal diferencia es que la puntada basma puede variar en la estética con costuras suaves, regulares, planas, rústicas o tridimensionales.
Raramente la bordadora realizaba el dibujo, sino que el tejido era llevado a una “kalamkash” o mujer mayor que actuaba como diseñadora local. En las ciudades del norte de India, aún se mantiene esta tradición, asignándose este trabajo a hombres de edad avanzada que trabajan en los bazares de tela. Luego de obtener el diseño, las tiras se dividían para trabajar la pieza entre las mujeres de la familia, por lo que algunos tejidos antiguos pueden parecer ligeramente desalineados o asimétricos (de allí que representan conceptos esenciales de hogar y parentesco femenino). Los suzanies más grandes solían dividirse en dos o más paneles para trabajar el bordado simultáneamente, que luego se unían agregando puntos de sutura adicionales en el área de costura.
Cada pieza tiene un trabajo manual increíblemente demandante, que requiere mucho tiempo y cuidado por parte de las artesanas. Estas también formaban parte de la dote de las novias, una donación especial que se le hacía al marido de parte de la familia de la mujer para contribuir a las cargas económicas derivadas de la celebración matrimonial. Tal era el esfuerzo de mano de obra que requería la confección de este tejido, que muchas familias comenzaban a fabricarlo luego del nacimiento de su hija.
En las piezas más antiguas, las telas de fondo se teñían suavemente de un tinte beige llamado “lavado de té”. Para las tiras se utilizaban tintes naturales como índigo para el azul, cochinilla para el rojo, azafrán para el amarillo y agallas de pistacho con hierro para el negro, entre otros. Estos colores solían ser mucho más intensos que los de tinte sintético que comenzaron a utilizarse en los suzanies contemporáneos, aunque los tonos de color podían variar de una tira a otra porque no había dos lotes exactamente iguales.
Los suzanies están repletos de simbolismos y contienen patrones de iconografía antigua. Entre los motivos más típicos están los discos de sol y luna, las estrellas, las flores (tulipanes, claveles y lirios), la vegetación, y en ocasiones, peces y aves. También pueden verse patrones geométricos abstractos y hojas orgánicas que se expanden hacia los bordes a través de enredaderas. Lo cierto es que todos los dibujos tienen un significado y varían según la tribu, la religión, la familia, los artesanos, etc. Por ejemplo, los suzanies de Burkhara, Shakhrisabz, Fergana y Nurata se caracterizan por sus materiales, patrones, puntadas y colores como naranjas y amarillos que representan el conocimiento, azules que sugieren el cielo, verdes que encarnan la juventud, y rojos que significan fuego.
A nivel general, los suzanies orientales de tiempos preislámicos rinden culto al sol, la luna y las estrellas a través de diseños más atrevidos y un motivo circular que puede representar al sol y la luna, o una granada abierta, símbolo de fertilidad en el Mediterráneo. A su vez, se caracterizan por contrastes fuertes para distinguir lo claro y lo oscuro, lo bueno y lo malo, la vida y la muerte. Las aves se encuentran en las piezas más antiguas y representan al gallo, una figura muy típica de Asia Central que simboliza la luz.
El impacto de la revolución industrial y la revolución rusa trae grandes cambios a nivel cultural, las tribus nómades tienden a desaparecer, y las mujeres comienzan a ocupar otro rol dentro y fuera de la casa. En este nuevo orden, la costura se convierte en un elemento más que ya no es central, y aquellos patrones que durante cientos de años cargaban con profundos significados, comienzan a convertirse en elementos de diseño ornamental.
Las piezas de suzanies de hoy en día se producen en circunstancias completamente diferentes, aunque continúan ocupando un lugar privilegiado dentro de las casas, oficinas, salones de té, y en menor medida, encuentros festivos. Las pasarelas del mundo también reflejan la cultura suzani en grandes marcas internacionales, como la presentación de Valentino «Uzbek Journeys» firmada por sus directores creativos, Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli, en su colección primavera-verano con estampas inspiradas en aquellos textiles antiguos. Más localmente, marcas como Rapsodia basan sus colecciones en bordados y estampados de influencia suzani.
Mientras que algunos suzanies siguen manteniendo el bordado a mano, la mayoría son producidos a máquina y teñidos artificialmente con diseños novedosos que aportan carácter a distintos objetos como cortinas, almohadones, alfombras, cubrecamas, sillones e incluso, como elementos decorativos en sí mismo. Combinados con otras técnicas textiles como los ikats, batiks o shiboris, estas piezas logran un alto impacto cromático que habilita a tantos usos y combinaciones como la creatividad lo permita.
En El Galpón Imports hay gran variedad de opciones con esta técnica, disponibles en el showroom de Barra de Carrasco abierto de lunes a sábados.
El galpón Imports / El Dorado 85, Paso Carrasco, Montevideo, Uruguay.