Desde que las nuevas tecnologías han permitido a los artistas experimentar con la luz y crear obras de arte (inimaginables tan solo unos años atrás), el vínculo entre este binomio se ha transformado en una fuente de fascinación absoluta para la humanidad. A partir de esa interacción en la que conectan ciencia y creatividad, nace una forma única de expresión: el arte interactivo de la luz.
Son muchos los proyectos de luz que trascienden los límites tradicionales de la creación artística a través del uso de dispositivos electrónicos, proyecciones, LED y otros medios, convirtiendo a la luz en una herramienta versátil para generar atmósferas cambiantes, evocar emociones y fomentar la conexión con el público.
Además de las instalaciones monumentales, el arte interactivo de la luz se ha infiltrado en espacios más íntimos como galerías y museos. Incluso abriéndose a espacios contemporáneos que se aprovechan de últimas tecnologías para crear experiencias inmersivas exclusivamente de la mano de la iluminación.
Uno de los más destacados en este sentido es el Superblue de Miami, un espacio de arte construido para apoyar a los artistas más osados del mundo con experiencias que trascienden los límites de lo que, desde una mirada convencional, podría considerarse arte.
Esta innovadora propuesta se ubica en un lugar céntrico para la comunidad del sur de Florida, frente al Museo Rubell, acercando a vecinos y turistas un nuevo recurso cultural para elevar la imaginación.
Entre los artistas que exponen destacan Alexandra Ginsberg, Daniel Boyd, Nick Cave, Mary Corse, Es Devlin, Simon Heijdens, Glenn Kaino, Koo Jeong, Risa Puno, Michal Rovner, Jacolby Satterwhite y James Turrell (conocido en Uruguay por su increíble instalación Skyspace en Posada Ayana de José Ignacio).
Gracias al talento excepcional de estas figuras, los visitantes se sumergen en nuevos mundos alucinantes que tienen a la luz como protagonista: un laberinto de espejos, entornos multisensoriales y obras inmersivas son algunas de las propuestas que vuelven a este circuito una verdadera experiencia.
Situado en un antiguo edificio industrial de 4500 metros cuadrados, en la zona de Allapattah, Superblue ofrece una experiencia de arte a gran escala, que se complementa con programas, talleres educativos y visitas guiadas en inglés y español. Además resulta imposible no mencionar el pintoresco Blue Rider, un café al aire libre que compatibiliza toda esa esencia artística con buena gastronomía. También se ofrece una sala para la celebración de eventos privados como fiestas, bodas y cenas.
Con horario de atención al público todos los días de la semana, los visitantes pueden disfrutar de distintos entornos inmersivos a los que frecuentemente se suman nuevas instalaciones. En definitiva, se trata de una experiencia distinta a la de cualquier institución cultural tradicional.
Desde los escenarios de Es Devlin, pasando por una experiencia digital trascendente del colectivo de arte japonés TeamLab, hasta un trabajo extrasensorial basado en la luz del artista estadounidense James Turrell, cada pared es una puerta para descubrir universos profundos.
Una de las muestras más antiguas de Superblue es Forest of Us, de Es Devlin, basada en impresionantes simetrías visuales entre las estructuras intracorporales que nos permiten respirar y las estructuras extracorporales que hacen que respirar sea posible. La obra inicia como una película en una superficie de pantalla que es perforada periódicamente, permitiendo a la audiencia caminar a través de ella como si fuera un laberinto de espejos.
Por otro lado, una de las obras más recientes es AKHU de James Turrell, que a su vez es la única pieza en la que no se permite la fotografía. Consta de una caja de luz monocromática, en la que, una vez dentro, se pierde la dimensión del espacio.
Para ello se toma como herramienta el efecto alemán Ganzfeld, una técnica empleada en el campo de la parapsicología para probar la percepción extrasensorial de las personas. Este experimento utiliza una estimulación sensorial parcial con el objetivo de producir un efecto similar al aislamiento sensorial, generando impresiones en el interior de las personas. El resultado: un estado de desorientación total.
Algo similar sucede con la propuesta Massless Clouds Between Sculpture and Life, de TeamLab, que desdibuja los límites entre el arte, el espacio y el espectador. En este caso los visitantes son la escultura: antes de entrar deben ponerse un impermeable y luego abrir paso a una habitación gigante repleta de espuma.
Todo este mix de obras interconectadas lleva a las audiencias a una exploración ambigua entre un sinfín de estados sensoriales que invitan a replantearse el vínculo entre la humanidad y la naturaleza. Para grandes y no tan grandes, Superblue es la culminación de la práctica colaborativa entre artistas interdisciplinarios, programadores, ingenieros, animadores, arquitectos, diseñadores y matemáticos, que intentan trascender las barreras de la percepción.