Punta del Este: la geisha del Atlántico Sur

22/03/2019 | Actualidad

Punta del Este: la geisha del Atlántico Sur

22/03/19Actualidad, Arquitectura, Gestión urbana

Punta del Este: la geisha del Atlántico Sur

22/03/19 | Actualidad, Arquitectura, Gestión urbana

Si alguien sabe del valor agregado de un pasado de prestigio es sin dudas la familia Cipriani.

Harry’s Bar es un bar-restaurante localizado en Venecia, Italia, inaugurado en 1931, mundialmente conocido porque uno de sus cocineros inventó el carpaccio en el año 1950 y también es de allí la creación del cocktail Bellini. ​

El lugar fue rápidamente adoptado por jetsetters y celebridades como Noel Coward, Orson Welles, Barbara Hutton, Truman Capote, Peggy Guggenheim y el mismísimo Ernest Hemingway.

Giuseppe, nieto de su fundador ha ampliado el negocio y hoy en día gerencia 12 restaurantes en ciudades como Nueva York, Las Vegas, Dubai, Hong Kong o México. También tiene residencias en Nueva York y su segundo destino en este programa es Punta del Este.

Al respecto, Giuseppe es el protagonista de titulares y debates en Uruguay debido a la compra del Hotel San Rafael en Punta del Este, para construir su hotel: Casa Cipriani.

El edificio fue símbolo del auge del balneario como uno de los más prestigiosos de Sudamérica. En su etapa de oro en las décadas de 1950 a 1990, sus instalaciones y casino atrajeron a figuras como el rey de España Juan Carlos y la reina Sofía, Pelé, el bailarín ruso Alexander Godunov, los presidentes norteamericanos Johnson y Nixon, Ernesto «Che» Guevara y el empresario Nelson Rockefeller. También pasaron por allí  Julio Iglesias, Carmen Maura, Raffaela Carrá, Rod Stewart, Billy Idol o Edwin Aldrin.

Era el buque insignia del barrio San Rafael,  una de las primeras urbanizaciones realizadas en Punta del Este, a cargo de la Sociedad AnónimaFOSARA (Fomento de San Rafael). Esa misma Sociedad fue la responsable de respaldar la construcción del Hotel, inaugurado en 1948, construido con estilo Neo Tudor por los Arquitectos De los Campos, Puente y Tournier.

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Hoy comenzaron las obras de demolición del ex hotel y desde Ministerio de diseño nos proponemos seguir reflexionando sobre ciertas aristas del proceso que arroja muchas más preguntas que respuestas y las cosas pasan porque hay un marco legal, jurídico y político que lo permite. El cuestionamiento inicial acá no es a Viñoly o Cipriani que usan la cancha hasta donde se lo permiten, sino a los organismos de contralor y aprobaciones que ceden,modifican y elastizan reglas según quien se presenta, sdibujando el marco legal, la visión que se tenga ( si existe) de la ciudad y los precedentes para el futuro.

 

SOBRE LA POCA TRANSPARENCIA GUBERNAMENTAL y CUESTIONABLE COMUNICACIÓN

Cada vez que hemos escrito sobre estos temas nuestra primera consulta va hacia las oficinas de contralor pertinentes y en este caso el Departamento de comunicación de la Intendencia de Maldonado no muestra signos de responder en tiempo y forma lo que se quiere consultar que usualmente va en otra órbita de lo que ellos quieren difundir. Uusado con inteligencia y habilidad el mecanismo permitiría traducir y permear información de primera mano dirigida a distintas audiencias, de forma que ganen todos. Pero no.

En cuanto a la Junta Departamental de Maldonado, organismo clave en estos eventos por ser quienes aprueban políticamente los proyectos no se quedan atrás en hermetismo y dar la espalda a inquietudes externas.

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Hace unas semanas enviamos 4 preguntas a 16 de los 31 ediles. El ÚNICO que tuvo la deferencia de responder fue Rodrigo Blas, a quien agradecemos desde ya, aunque sus respuestas nos generan aún más dudas e inquietudes:

_ ¿Se votó la aprobación de la excepción en altura con la condición de un proyecto que mantiene la edificación del hotel existente es correcto?

NO, no es correcto.  Lo que se aprobó fue un proyecto que comprende 3 edificios, uno de ellos (el proyectado nuevo hotel) debe mantener las características del antiguo hotel San Rafael sobre la base de su reconstrucción y según el proyecto aprobado. No es correcto decir “mantiene “la edificación existente ya que lo que se habilita es la reconstrucción del mismo. Ni en altura ni en dimensiones es la misma construcción por lo que debe ser demolido. No sabría decirte si en parte o en todo, para poder realizar el nuevo proyecto.

Durante un año estuvo vigente una ordenanza especial para esa manzana que establecía parámetros especiales y condicionaba cualquier modificación estructural del viejo hotel pero nadie se presentó bajo la vigencia de esa norma. La viabilidad pedida por Cipriani fue al amparo de la Ordenanza General de Construcciones por vía de excepción y del decreto especial que determina condiciones y plazos en la obra y no por la ordenanza transitoria del San Rafael por lo que se rige por las condiciones establecidas en la ordenanza general, la resolución de la viabilidad y el decreto 3965.

_ ¿Cuál es la altura reglamentaria en ese punto y cuál la aprobada?

Al momento de la votación de este proyecto estaba vigente una ordenanza específica para esa manzana que permitía la misma altura que en el fraccionamiento Lobos (Torres Le Parc, TIburon, etc ) de 70metros. La altura máxima proyectada es de 100 metros.

_ Se maneja ahora que se demolerá el hotel porque “su estado está más comprometido de lo pensado inicialmente”.  Eso se podía relevar previo a someterlo a votación en la junta. ¿Sigue vigente el acuerdo cuando la contraparte no respeta el previo acuerdo votado en la Junta si demoliera el hotel?

Ahí hay un error de interpretación: no está el permiso ni nunca estuvo condicionado a la no demolición del hotel sino a la reconstrucción del mismo.  Alcanza leer la resolución respectiva o ver el proyecto habilitado para entender claramente que tal como lo expresó el propio Cipriani en la Comisión de obras de la Junta, la demolición del hotel estuvo siempre en el proyecto, tanto como su reconstrucción de época que aseguró el arquitecto Viñoly.

_ ¿Existe un límite a las solicitudes puntuales de excepciones?

La excepción no es un antojo ni un invento, está prevista en la norma y es simplemente un permiso de construcción que acepta parámetros distintos a los establecidos por la norma común y requiere una aprobación especial por parte del Legislativo Departamental además de la aprobación del Ejecutivo.

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Palabra clave:  “Reconstrucción”.

Según los hechos, toda la esfera gubernamental ahora parece haber interpretado “Volver a construir” y toda la esfera civil interpretó “reformar, mejorar”.

No señor/a no debe repasar comprensión lectora de 5º de escuela: La RAE contempla ambos conceptos para ese mismo verbo.

Tampoco es lo que vende el propio sitio web del proyecto, que de hecho hace énfasis en preservar la integridad de la estructura, concepto opuesto a lo sucedido hoy:

Desconocemos si hubo alguien que en la otra vereda interpretó cabalmente que el proyecto significaba “Demoler y construir”, en todo caso agrava el tema:

¿De verdad Arquitectura en la Intendencia o la Junta aprueban como valor el demoler un edificio de casi 70 años y volverlo a construir igual?

¿Ese es el concepto de revalorización y rescate que se ha mencionado en innumerables entrevistas en los últimos meses y se vendió a la población?

¿Un pastiche ni siquiera digno de Las Vegas es lo que se pretende legar con el argumento de que creará puestos de trabajo?

Cuando dentro de 50 años se estudie la arquitectura de principios de siglo XXI y vean lo que se hizo, va a constar que un grupo de personas permitieron se construya una caricatura de lo que supo ser el edificio.

Antía expresó que “el proyecto “le encanta” porque preserva el ícono y terminará en las revistas internacionales.”

La mala noticia es que la causa por la cual el edificio no fue integrado a Patrimonio por ser “Neo Tudor” es la misma por la cual dentro de unos años, será “Neo-neo Tudor”, con lo que menos chance tendrá de aparecer en revistas por sus valores arquitectónicos. Salvo que el pienso que no se puso en el proyecto de reconversión se destine a una campaña de marketing y promoción ante premios internacionales. Y nos encantaría que esos recursos se destinaran menos al show off y más al proyecto en sí y a hacerle honor al concepto de respetar un edificio o aportar a la ciudad con más altura ética creativa y menos literal.

No, gracias, no queremos “Neos-neos-neos nada”. Nos merecemos algo auténtico y pensado con respeto alineado con el siglo XXI, no con 1940. Precisamente se vende como avanzar al futuro pero hacemos copy paste de algo del siglo pasado. ¿Ese es el concepto de avance y mejora?

SOBRE LA ACTUACIÓN DE VIÑOLY

Justamente porque no se duda de la capacidad proyectual de Viñoly es que asombra este tipo de solución de poca integración, diálogo, y fineza de concepción que sí tienen otros edificios firmados por él en su singular carrera.

Vamos a salir de tibiezas: obviando el primer proyecto / homotecia que no salvaría Taller I de Facultad, el que Viñoly se preste a esta solución es francamente inquietante.

Pudo haber poesía, pudo haber un desafío estimulante y sortearlo con habilidad y expertise.  Pudo haber algo singular que respete el pasado dialogando con el futuro y oficiando de ícono. Pero no.

Tendremos un Neo-neo algo que se empeñan en convencernos de sus ventajas mediante el falso dilema de que o uno abraza los cambios y el futuro o te quedás en el pasado. Hay tantos términos medios y posibilidades de resolver la situación sin caer en extremos y en formatos calcados como voluntades de hacer buena arquitectura y un real aporte a la ciudad no solo de palabra o para los catálogos comerciales. Pero no.

Igualmente la forma del proyecto es irrelevante frente a la gestión detrás que lo permite.

SOBRE ASIMETRÍAS PROFESIONALES Y LEGALES

Acá las restricciones que condicionan a cualquier arquitecto se desplazan cuando entra en juego una inversión que parece anular cualquier criterio previo de control o planificación establecidos.

Al Arquitecto Fernando Pereira, Presidente de la SAU le preocupa “qué tan a la intemperie estamos con respecto a mecanismos legales de que todos los profesionales podamos actuar en las mismas condiciones, porque según parece hay una normativa para algunos y otra para otros.”

La SAU se expidió al respecto en esta semana.

Uno de los artículos (275) citados en las funciones de la Junta departamental que es “Cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes”, pero parece que tiene un lado B con una normativa que también incluye la creación de excepciones. Si lo que termina imperando son las excepciones, ¿no va siendo hora de cambiar las leyes?

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El contar con un mecanismo de excepción arbitrario a caballo de una normativa parece sugerir que la función de esta última no es proteger sino poner un precio mayor a quien quiera construir en altura.

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Y ya lo dijo Francisco de Narváez en su charla en el América Business Forum:  «En muchos países de Latinoamérica las leyes parecen ser sólo sugerencias» . Por ahora exceptuaba Uruguay pero tenemos que reconocer que estamos trabajando intensamente para acercarnos a ese demérito.

Otro tema no menor es que en teoría y hasta donde ha trascendido en medios, lo único que se ha visto del proyecto es una maqueta. A NADIE de los arquitectos locales que presentan proyectos se le conceden permisos sin presentar toda la documentación pertinente de planos y recaudos gráficos completos, y mucho menos para solicitar tolerancias. En este caso, se está cediendo incluso un bien,  adaptando normativas contra…nada. ¿Ese es el proceso de estudio, viabilidad y votación de un proyecto a gran escala? No sólo debería tener otro tipo de profundidad de evaluaciones sino que debería requerirse muchas más información al respecto. Además se inicia el proceso con la demolición. ¿Y si luego no lo siguen y se van a otro lado? TE quedaste sin inversión y sin edificio.

¿El proyecto tiene aprobado dos subsuelos para estacionamientos? ¿Dónde está? ¿Alguien lo vió en los planos?

SOBRE LO QUE CUESTAN LAS OMISIONES O LOS INTERESES VELADOS

Hay algo en la cadena de procesos que sin dudas no está funcionando bien. Imaginemos que se hubiera frenado la demolición. ¿Qué futuro posible se podría augurar al edificio? ¿Quién abordaría esa inversión? Ya es tarde, no sirve, “parece un alfajor”, “está débil estructuralmente”, tirémoslo. Resulta que todo lo bueno que era para atraer al inversor, generar valor en los propios documentos del proyecto y en la propia web del inversor, ahora carece de valor y hay que eliminarlo.

Pero no eliminamos los permisos cedidos como contraprestación a esa conservación, argumentando una mala “Interpretación”.

¿Ese es el destino que en otra órbita espera a la Estación de AFE cuando se logre recuperar?

¿Cuando se termine van a decirnos que el estado es de deterioro inevitable y habrá que demolerla para hacerla de nuevo?

Preguntas:

Cuándo se puso arriba de una mesa hace unos meses los 40 millones de dólares, ¿el edificio no tenía ese mismo estado?

Cuándo la Junta cedió el permiso contra la “recuperación”, ¿de verdad votaron el demolerlo y hacerlo de nuevo?

Si lo entendieron así, ¿de verdad creemos que se va a hacer de nuevo?

Si se hace de nuevo ¿de verdad creemos que aporte valor al entorno y al balneario?

No tenemos claro si nos están mintiendo descaradamente o si les pasó el agua por arriba.  En cualquier caso, nos merecemos más.

Mucho de esto lo comparte también el Arq. William Rey Ashfield en su carta en el semanario Búsqueda publicada ayer 20 de marzo.

En Venecia, ciudad que conoce de memoria Cipriani, las fachadas y envolventes se caen a pedazos, con una antigüedad y fragilidad que data de 600 años y sin embargo se restauran, reformulan, conservan, respetan y adentro hacen las cosas con relativa libertad. ¿Podríamos imaginarlo pidiendo permiso a Luigi Brugnaro, alcalde de la ciudad para demoler un palazzo con la promesa de volver a construirlo en forma idéntica? No, ¿no?

SOBRE CRITERIOS DE CONSERVACION EDILICIA

Puede entenderse que el inmueble no esté protegido por no tener atributos arquitectónicos innovadores o relevantes formalmente (los “neo” lo que sea no califican usualmente para pertenecer al club de protección) pero tiene cualidades sobradas para evaluarse como patrimonio intangible por el significado para la comunidad, por ser buque insignia del desarrollo del principal balneario de Latinoamérica, por la relevancia de los eventos que albergó y lo que supone para su entorno.

Si hubiera primado un real interés en conservarlo, las tendencias internacionales (incluídas obras del mismo Viñoly) muestran infinitos ejemplos donde el criterio casi opuesto, no el de copy-paste generan resultados asombrosos que aportan valor y dinamismo al entorno. Pero no.

En un congreso en Colonia donde exponía justamente el pasado miércoles,  el Director de de la Secretaría de Planeamiento y Ordenamiento Territorial del Departamento, el Arq. Walter Debenedetti, con amplia experiencia en gestión de un sitio patrimonial de la Unesco, al ser consultado sobre el caso del San Rafael expresó: “lo que se piensa hacer es una aberración: el valor del edificio es intangible, no formal: tirarlo abajo y hacerlo de nuevo no aporta nada y va en contra de todas las sugerencias de la Unesco sobre patrimonio.

SOBRE FALTA DE VISIÓN DE CIUDAD

Este no ha sido el primer caso, de hecho es una secuencia que se viene registrando donde el gobierno por excepción genera una alteración exponencial en el paisaje urbano, siempre disculpada o argumentada con el factor de aumento de puestos de trabajo pero jamás con valoraciones de aportes al entorno, comunidad, o beneficios tangibles a largo plazo, o alineados con una política clara transversal. Ya lo hemos tratado en esta nota y reiteraremos siempre que amerite la oportunidad.

Comprar calles por valores millonarios, extender normativas elásticamente cada vez que se presenta un valor atractivo deja en evidencia que se ignora la normativa y se cede ante intereses especulativos, es la primera medida que evitan quienes desean preservar imágenes de ciudades o fomentar determinados paisajes diferenciales. Al ceder pretendidamente por avanzar hacia el futuro, nos parecemos a todo y abandonamos ese preciso diferencial que atrajo al público inicialmente (luego a los inversores). Cuando el público vea que es parecido a todo migrará a otros sitios menos contaminados por gestiones obsecuentes y con ellos, también migrarán los inversores.

Esta semana el Presidente Tabaré Vazquez expresó luego de una reunión en Buenos Aires que Latinoamérica tiene una fuerte vocación integracionista pero con poca eficiencia: hay muchos tratados y asociaciones multilaterales pero los resultados son magros. Implícitamente contrastante con Europa con mucha menor cantidad pero fortaleza de vínculos.

A nivel de gestión urbana parece primar lo mismo: hay múltiples frentes preocupados por la ciudad pero poco alineados en la práctica, lo cual genera poca eficiencia a la hora de proteger, desarrollar, concebir y gestionar urbanamente el principal balneario del país, sin mencionar los flancos abiertos para excesos de arbitrariedades como lo que nos ocupa.

Mientras no haya una visión de ciudad clara y alineada con otras políticas del Estado, mientras no haya interacción constructiva, no paralela entre Academia, Comercio, Gobierno y Sociedad seguiremos siendo ineficientes y subdesarrollados, creyéndonos que esas licencias nos llevarán al futuro.

Las normativas y sus excepciones me recuerdan siempre a Groucho Marx que decía:

“Estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros”

Acá parece ser que “tenemos esta normativa, si no le gusta le diseñamos otra….a medida”

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