¿Por qué es importante tener una visión de ciudad previo a fomentar proyectos inmobiliarios millonarios?

02/06/2018 | Actualidad

Esta semana se dio a conocer el proyecto inmobiliario que se presentó en la Junta Departamental de Maldonado firmado por el Arquitecto Rafael Viñoly y promocionado por  el empresario hotelero Giusseppe Cipriani. Se trata de una inversión estimada de U$S 400M, que incluye la remodelación del hotel San Rafael (Adquirido por la suma de U$S 40M) y la incorporación de tres torres, la mayor con una altura de 300m. Enseguida se hicieron sentir voces que se alzaron reprobándolo desde lo formal (una cadena en Change.org ya ha juntado 8.000 firmas el primer día para impedir la aprobación) en contraposición a un discurso del gobierno departamental de que la obra daría trabajo a 1.000 personas por varios años, reactivaría el balneario y/o lo posicionaría con respecto a otros centros internacionales.

(Fotos M. Umpierrez)

No  queremos centrarnos en la formalización del proyecto porque siempre será un debate subjetivo donde habrá tantas opiniones como habitantes, ni en argumentar si puede cuestionarse o no la creatividad de un profesional de talla internacional. Sin embargo nos es difícil creer que alguien que supo firmar edificios magníficos como el Forum de Tokyo, el Aeropuerto de Carrasco o el Acqua a pocas cuadras de este mismo sitio, sea el autor de la propuesta que simplemente expande verticalmente el formato del hotel y lo lleva a dimensiones siderales, muy a la moda de una carrera en altura que se da en varias ciudades del mundo acostumbradas a estas desmesuras pero que en este caso desprecia y deja en la mínima expresión de servidumbre al hotel, uno de los edificios más emblemáticos del balneario.

A lo formal se le suman transgresiones no menores en cuanto a la altura propiamente dicha, la ocupación del suelo, la invasión sobre la faja costera, y algunos tecnicismos más que lo único que hacen además es dejar en evidencia menos tangible pero más dolorosa, la prostitución y elasticidad del criterio gubernamental frente a potenciales inversores, cediendo espacios, identidad  y posibilidades según el capital que se ponga arriba de la mesa.

_ El argumento de que «atrae más inversores» puede durar dos minutos. Esos mismos inversores que ahora invierten porque ven las cualidades del lugar, cuando se convierta en Las Vegas o Marbella se irán a otros lugares con más diferencial,  mercado o conexiones aéreas.

_ El argumento de que dará trabajo durante el plazo de construcción es demagógico y cortoplacista. Cuando se termine la obra y te quedes con una mole vacía arrojando sombras,  interrumpiendo un paisaje invaluable, sin siquiera aportar vida o generando o consolidando una comunidad será tarde para volver atrás.

_ El argumento de que quieren que se parezca a Cannes es realmente  paradójico (Cannes tiene un tejido urbano consolidado sin interrupciones de altura significativas exceptuando alguna torre antigua en algún punto)  por no decir de boicot: el balneario tiene suficiente identidad y calificación paisajíistica propias como para no necesitar asimilarse a nadie y de hecho entre quienes conocen ambas ciudades puede haber muchos que prefieran la versión sureña que la francesa. Pasamos, gracias.

_ El argumento de que aportará nueva vida al balneario, que atraerá público internacional ya lo escuchamos cuando se construía el Conrad y nada varió. La noticia es que para dar vida a las ciudades, barrios o edificios además de ladrillos hace falta gestión. Está lleno de lugares con inversiones millonarias que simplemente no funcionan porque no se les da contenido o valor desde el punto de vista humano, cultural o comercial.

_ El argumento de que posicionará al balneario como centro internacional por el solo hecho de tener un eje vertical de 300m  es menospreciar al público internacional.  El Burj Khalifa en Dubai con 828m de altura es el edificio más alto del mundo  y es bien sabido que las autoridades de Dubai tienen planificada una estrategia amplísima para atraer turismo pero ni siquiera con el edificio más alto anclado en su desierto se sientan a esperar que suceda e implementan políticas de atracción de inversiones especialmente en el ámbito cultural creando circuitos con distintos intereses, edificios singulares con contenidos y conceptos adaptados a ese plan.

_ El argumento de que Viñoly tiene credenciales suficientes (que no se cuestionan) para poder confiar en él en el marco de esa elasticidad normativa es de una sumisión y riesgo que asombra. Con ese criterio,  a los arquitectos con trayectoria probada no se les haría actuar en el marco de normativas y que hagan lo que mejor les parezca. De hecho es como se pretende actuar acá.

 

Pero por sobre todas las cosas lo que pone sobre la mesa este suceso es la eventual doble conjunción de omisiones: por un lado esa ausencia de respeto por un ordenamiento y concepto de ciudad establecido en normativas y por el otro el que se liberen esas mismas restricciones por proyectos de escala tan desmesurada como las especulaciones por las ecuaciones financieras que hay detrás de los mismos.En nuestro caso no es porque no haya un criterio, de hecho lo hubo como para generar reglamentaciones pero lo que sucede es: A) El público en general –y los profesionales tampoco del todo– terminan de entender los criterios o visión de ciudad en un texto claro y escrito en lenguaje no de digesto de 1000 páginas sino hasta de si se quiere de marketing de ciudad. B) Quienes deben hacerlo cumplir lo exigen a los de la base de la pirámide pero no a los de mayor relevancia con lo que el concepto no drena ejemplarmente, quitándole transparencia al proceso y agregando más sombras que las que pueda arrojar el Cipriani Condo sobre la Brava. Las planificaciones urbanas modernas se caracterizan por introducir el concepto de sostenibilidad. Ello implica la toma de decisiones políticas oportunas e incluyentes con una visión que no comprometa a generaciones posteriores; que reconozcan a las áreas urbanas como potenciadoras de riqueza, innovación, y desarrollo pero también como generadoras de valor y oportunidades para sus habitantes y visitantes. Para ello se recurre al marketing urbano como herramienta de gestión con varios casos de éxito a nivel global. El city branding es una disciplina que nace a partir de la necesidad de buscar una identidad propia que ponga en manifiesto los valores de una ciudad y proyectar sus recursos y cualidades, a públicos internos y externos. Cual si fuera una empresa a la cual para gerenciarla hay que encontrarle las fortalezas y debilidades para trazar un plan de acción, con las ciudades pasa lo mismo: para no perder el rumbo es indispensable trazarlo previamente y ajustar las velas en función de ello.

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Cuando hablamos de valor surgen dos lados de la moneda. Está por un lado, el valor financiero, como el retorno que damos a los inversionistas. Por otro está el valor de ciudad, el que le generamos a los usuarios de los espacios que creamos. Ser un promotor de un solo valor no es sustentable. Y eso es lo que está sucediendo en Maldonado actualmente: se da prioridad a la rentabilidad y no a sostenerla con otros valores a largo plazo.

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El valor financiero es fácil de medir con decenas de métricas precisas gracias a la tecnología y procesos. En cambio, el valor ciudad es cada vez más difícil de detectar y cuantificar.

Si pueden leerse esas estrategias urbanas para ciudades como New York, Miami, Singapur o Dubai, ¿por qué no se consigue hacerlo a nivel local y está todo encriptado siempre en formato digestos de 10 mil páginas indescifrables para el 99% de la población?

Pruebe googlear «Maldonado gestión urbana» Lo primero que sale es  «Contribución inmobiliaria» .

Por el otro lado es un hecho el estado del edificio original, centro del desarrollo promovido:  una obra  del año 1948 de estilo Tudor, realizada por  el Estudio De los Campos, Puente, Tournier  con un pabellón exterior diseñado por Nelly Grandal conectado con el edificio principal, agregado en los años ´60 que  fue símbolo del auge de Punta del Este como principal balneario del Uruguay y uno de los más prestigiosos de Sudamérica. En su etapa de oro en las décadas de 1950 a 1990, sus instalaciones y casino atrajeron tanto a figuras de la política, la realeza, las artes y el entretenimiento.  Era imperante  el salvataje y casi imposible en los números de rentabilidades, incluso luego de varios intentos y negociaciones frustradas con su antigua propietaria que terminó cediendo ante la suma de U$S 40M trasladando el problema y capítulo de reformas a otros protagonistas.

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En su charla TED, «El poder de los espacios públicos» Amanda Burden planificadora urbana bajo el mando de Bloomberg en New York cuenta el proceso de construcción del Highline, (hoy el espacio público más elogiado y visitado de la ciudad) durante casi 10 años y recuerda que desde siempre los intereses comerciales atentan contra los espacios públicos. Defender los últimos hace diferencias a largo plazo en la ciudad y la calidad de vida de los habitantes y visitantes. Cuando los desarrolladores ven un parque lineal dicen «¿Y si le ponemos tiendas todo a lo largo no sería genial? ¿No traería dinero a la ciudad?»

La respuesta es no. No sería genial, sería un shopping en vez de un parque.

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El Highline en particular y el reposicionamiento de Nueva York en cuanto a su calidad urbana en general, han sido posibles porque no se claudicó ante intereses inmobiliarios por el precio en sí, sino que se los hizo interactuar en un marco normativo claro con una nítida visión de ciudad. Y no será porque allí no abundan los proyectos multimillonarios presentados arriba de una mesa. Como todo en la vida, cuando se sabe decir «no» dentro de criterios sólidos, luego vienen muchos más detrás que ya conocen las reglas de juego y las respetan o negocian dentro de parámetros transparentes y sostenidos en el tiempo más allá de gobiernos de turno.

Hoy New York es lo que es porque hubo un plan de gobierno PLANYC iniciado por Michael Bloomberg en el año 2007 preparando la ciudad para olas inmigratorias, alojar a 1M de habitantes adicionales, cambio climático, e infraestructura para el 2030 entre otros factores. Se hizo a través de una coalición: «Campaign for New york´s future « un conjunto de actores de áreas gubernamentales, cívicas, de educación, salud, comerciales e institucionales entre muchas otras que se comprometieron a aportar información y conjugar acciones alineadas tras un manifesto de objetivos claros y viables a largo plazo. La proa de ese barco es un diseño de estrategias de creación de valor en distintos ámbitos: infraestructura, calidad de vida interacciones sociales, desarrollo cultural, educación, fomento a inmigración, facilidades de alojamiento y transporte, creación de opciones de esparcimiento y espacios públicos y muchos frentes más. A su vez la planificación estratégica moderna tiene múltiples capas de interacción disciplinaria que se ocupa de políticas y acciones de posicionamiento con visión a futuro, lo que se contrapone a una política reactiva, siempre respondiendo a contrapelo de normativas vigentes para adaptarse a propuestas por su valor económico y no por su verdadero aporte a largo plazo a la ciudad. Adapto la normativa  a la propuesta y no a la inversa.

No se trata de impedir el progreso, las construcciones innovadoras, las apuestas a gran escala o siquiera las consideraciones o tolerancias excepcionales  sino hacerlo en el marco de un horizonte trazado sólidamente con normativas (y personal de contralor) eficaces y alineados con un discurso abierto, transparente y sostenible.

Así como en la vida personal conviene saber hacia donde se quiere llegar para lograr nuestra propia identidad, actuar en consecuencia y que los demas lo perciban para generar empatías, sociedades o familias, con las ciudades pasa algo similar: es necesario tener un horizonte claro, conocer las fortalezas y cultivar estrategias y alianzas que permitan construir una identidad  creándola con acciones internas, no supeditándola a terceros.

Fuentes: Cepal, BID, Place brand Observer, Diputación de Barcelona, PWC Cities of opportunity, Senseable City lab MIT, Worldbank.org, Siemens, Universidad de Barcelona (Coloquio de geocrítica)
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