¿Por qué Argentina es un actor clave en la industria del litio?
A principios de noviembre, la compañía Lithium Argentina hizo sonar la campana de apertura de las operaciones en la bolsa de valores neoyorkina cotizando sus acciones en Wall Street. Con sede en la provincia de Jujuy, cada acción cuesta actualmente unos 6,86 dólares en alza.
Luego de su reciente separación de Lithium Americas, la compañía vendió un 9,4% de sus acciones a General Motors Holdings con la promesa de enfocar sus esfuerzos en el avance del proyecto de litio Caucharí-Olaroz, que hacia 2024 se encamina a producir 40.000 toneladas por año de carbono de litio con calidad para baterías.
Si bien se trata de un elemento relativamente abundante, en los últimos años el litio se ha convertido en uno de los recursos que más interés despierta en el mundo, tanto entre las empresas vinculadas con las industrias extractivas o la química – que ven allí una oportunidad atractiva de negocios–, como entre los países que poseen reservas y aspiran a atraer inversiones y generar sinergias productivas.
Aunque el litio se utiliza desde hace décadas en distintas actividades industriales como la fabricación de cerámicas, vidrios, caucho sintético y lubricantes, así como en la industria del aluminio y farmacéutica, su estallido se debe a que se convirtió en un insumo crucial para la fabricación de las baterías de ion-litio.
Esta es un tipo de batería recargable en la que los iones de litio se mueven desde el electrodo negativo al electrodo positivo durante la descarga y recorren el camino inverso al cargar, proporcionando fuentes de energía livianas y de alta densidad para una variedad de usos.
Así como en los 90, los fabricantes de electrónica de consumo (como celulares y computadoras) eran los grandes usuarios de este elemento químico, en los últimos tiempos el crecimiento de su demanda proviene de los fabricantes de baterías para vehículos eléctricos y, más incipientemente, para el almacenamiento de energías renovables. Según los analistas, estos nuevos usos apuntalarán el crecimiento sostenido de la demanda en los próximos años.
La transición energética y la determinación por las energías limpias a nivel mundial aceleran la demanda de elementos que ya se declararon críticos. La Agencia Internacional de la Energía prevé que el aumento de la generación de energía con bajas emisiones de carbono triplicará la demanda de estos minerales para el año 2040, siete veces para el caso de las tierras raras, y hasta 42 veces la demanda actual de litio.
Hacia el año 2016, Australia, Chile, Argentina y China aportaban 94% de la producción mundial de litio. Durante casi dos décadas la mayor parte de este elemento fue producido por unos pocos oferentes que todavía dominan el mercado: Albemarle (Estados Unidos), Sociedad Química y Minera de Chile –referida usualmente como SQM o Soquimich–, y FMC Corporation (Estados Unidos).
En los últimos años algunas empresas de origen chino han ganado presencia como productoras: Tianqi Lithium y Greenbushes, la mina de litio más grande de Australia. Otros productores relevantes a escala global incluyen las chinas Jiangxi Special Electric Motor, Sichuan Yahua Industrial Group y Youngy, y las australianas Galaxy Resources, Neometales y Orocobre.
Hoy Argentina es el cuarto productor de litio del mundo y tiene un portfolio de 49 proyectos, de los cuales tres están en producción: Olaroz (de la firma australiana Allkem), Fénix (de la estadounidense Livent) y Cauchari Olaroz (de la china Ganfeng). Según informe de la secretaría de Minería, durante los primeros ocho meses de 2023 se exportó 36% más de litio que hace un año, equivalente a 538 millones de dólares. Se estima que para 2025 la cifra podría ascender a 7.000 millones, según un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Junto con Chile y Bolivia, el país integra lo que se conoce como el “triángulo del litio”, una región que posee salares con niveles de concentración que hacen que su explotación sea sumamente rentable con relación a otros depósitos.
Cerca de 67% de las reservas probadas de litio, es decir la mitad de la oferta global, se concentra en estas latitudes. Un séptimo de esas reservas está en Argentina, aportando un sexto de la producción total mundial. El litio disponible en el país está concentrado mayormente en tres provincias: Catamarca, Jujuy y Salta.
Debido al marco normativo que regula la explotación de litio, más abierto a la inversión en comparación al de los vecinos del triángulo, Argentina se posiciona como el país que actualmente ofrece mayores oportunidades para la generación de nuevas actividades de exploración y explotación.
En el territorio nacional se ha desarrollado una extensa red que cuenta con una trayectoria de más de una década de investigación sobre baterías de ion litio, integrada por distintas instituciones científicas que colaboran con nuevos avances en torno a la industria.
También se destaca el programa Litio en Argentina, un esfuerzo conjunto de la Iniciativa para el Sector Extractivo y la División de Energía del Sector de Infraestructura y Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que busca apoyar el fortalecimiento de la capacidad de gestión estratégica regional para el desarrollo del sector.
Recientemente, el presidente de YPF, Pablo González, confirmó que ya está en vías de construcción la primera fábrica de baterías de litio de la región, a partir de la alianza estratégica entre Y-TEC (la petrolera y el Conicet) y la Universidad Nacional de La Plata. Esta planta industrializada focalizará su producción en abastecer demandas de insumos de los socios que se incorporen al proyecto.
El propósito principal que tendrá YPF Litio es asegurar la soberanía energética del país a través de la industrialización nacional del recurso en estrecha colaboración con las provincias productoras. Esto supone desde la investigación y el descubrimiento de yacimientos de litio hasta su estudio, exploración y explotación.
Como contrapartida a cualquier industria que mueve millones, existen distintas investigaciones alrededor de la procedencia de fondos y la actividad de explotación de los salares y plantas productoras.
Una de las empresas investigadas es Livent, la estadounidense que opera el Proyecto Fénix en Catamarca, cuyos principales propietarios son Blackrock y Vanguard, dos de los fondos de inversión más grandes del mundo. Otra es Sales, de Jujuy, una sociedad integrada por la australiana Allkem (de las bancarias y financieras JP Morgan y HSBC), la japonesa Toyota Tsusho y la local Jemse.
Casualidad o causalidad: estos cuatro fondos (Blackrock, Vanguard, JP Morgan y HSBC) son accionistas cruzados entre sí, por lo que integran un complejo entramado societaria que de forma indirecta o directa los coloca como los mayores beneficiarios de los dos proyectos que hoy extraen y exportan litio en Argentina.