Una de las visitas en estas últimas semanas más impactantes ha sido el memorial del 9/11 del World Trade Center en New York.
Siendo sincera no sé bien qué esperaba, de hecho en internet hay cientos de fotos, pero mayormente de las fuentes y lo que hay a nivel de peatón del lugar, pero ciertamente me sorprendió, por todo su contenido más oculto , reservado a un recorrido con emociones e información del evento que ha marcado a la humanidad entera desde entonces.
El lugar se inserta en lo que se llama ahora «sitio arqueológico» de las Tores del WTC derribadas en el atentado, y cuenta una historia a través de narrativas, multimedia, documentos y exhibición de objetos pequeños a gran escala encontrados o remanentes en el lugar. Todo ello con un cambio de escalas en el recorrido donde la arquitectura sirve para potenciar emociones, reflexión, contextos o contenidos.
En el año 2003 se llamó a concurso internacional para realizarlo. Se recibieron más de 5000 propuestas, de 63 países.
El Memorial, la parte visible exterior: fuentes y parque es obra de Michael Arad, y el paisajismo de Peter Walker.
Los autores de la obra subterránea, el Museo, han sido Davis Brody Bond (DDB) y del pabellón de acceso, el estudio SNØHETTA.
Completan el conjunto, una terminal de Calatrava y la recientemente terminada One world trade center tower, obra de Daniel Liebeskind con un costo de obra de 3.000 millones de dólares.
El recorrido comienza en el pabellón que luego de pasar uno de los arcos de fachada sobrevivientes de escombros, dirige hacia escaleras al subsuelo, y allí la experiencia que sumerge en las entrañas de las huellas de ambas torres: los cimientos y espacios de excavación de las mismas. Hasta llegar a un espacio que se abre como 4 pisos aún por debajo del balcón observatorio del lugar.
Luego de llegar a ese balcón superior, el camino sigue paralelo a la excavación de las ex torres, actuales fuentes, cuyo volumen desde abajo es de una escala impactante, y el recorrido por los espacios que generan es de magnitudes y escala superlativas.
Restos de pilares y estructura anclados a laterales, cubren alturas increíbles y se divisan a la distancia. Visualmente desembocan en las huellas de los cimientos y pilares derribados.
Espacios más pequeños y reflexivos invitan al recogimiento: casi como «capillas» debajo de las fuentes, léase debajo de las anteriores torres, hay filmaciones de vida y nombres de los fallecidos, cada uno de ellos relatado por familiares o amigos.
En este sector no se permitían fotos , así como en un sector de recorrido posterior con muchísimo contenido de documentos, filmaciones, sonido recuerdos y objetos encontrados.
Sí podía registrarse los de gran escala como camiones de bomberos incinerados o bases de antenas…
Al final del recorrido donde se muestran los videos, el «antes» inmediato a la caída o el después, es de gran impacto; se ve gente emocionada y uno no deja de pensar cómo debe afectar ese recorrido escenográfico aunque respetuoso a quienes fueron afectados directamente en la tragedia. De hecho hay un dispensador de kleenex a la salida del circuito.
Más allá de lo obvio en cuanto a temática y cómo resuelven la exhibición y continente de la muestra, es elogiable el cambio de escalas, manejadas con volúmenes, texturas, iluminación, y las emociones e información que manejan para hacer la experiencia impactante, emocionante e irrepetible.
Como contraste total, el paseo se complementa con el ascenso al mirador de la ex Freedom Tower, actual One World Trade center: Otro recorrido impactante y ejemplificante de la magnitud de lo que significa la ciudad.
Un ascenso de 100 pisos por un elevador cubierto de leds laterales que muestran la construcción de la ciudad desde ese mismo punto de vista desde su fundación año 1600 hasta la época actual.
Y arriba te esperan con más efectos especiales: en un cuarto oscuro, todos alineados frente a pantallas de piso a techo y de unos 20 mts de longitud, donde proyectan escenas de barrios de la ciudad…para terminar levantándolos cual rollers, va entrando el sol, y te das cuenta que estás en ese preciso momento en el mirador con la ciudad a tus pies.