El Kaiser de la moda: un artista completo
La moda, el cine, el arte, la arquitectura, el diseño de interiores, eran para Karl Lagerfeld, manifestaciones que no separaba completamente, todas le interesaban, todas las cultivaba y todo lo hacía bien.
A los 85 años, falleció el martes 19 de febrero en París, el Kaiser de la moda. Desde aquí un homenaje a quien fuera un verdadero artista contemporáneo.
En un principio quiso ser dibujante. Pensaba dedicarse a los retratos, que fueron una de sus grandes pasiones durante toda su vida, hasta que se dio cuenta que tenía mayores posibilidades en el mundo de la moda. Si bien no estudió en ninguna escuela de diseño, Lagerfeld rápidamente logró trabajar en las firmas más prestigiosas.
Nacido en Alemania –de ahí que lo llamaran el Kaiser– siempre supo que su lugar en el mundo era París.
Con 22 años gana un concurso diseñando un abrigo y rápidamente lo contrata la firma Balmain como aprendiz. Al poco tiempo se va con la casa Jean Patou y en 1964 comienza a trabajar para Chloé.
Con una capacidad de trabajo y creatividad asombrosa, a partir de 1972 ingresa también a la firma italiana Fendi, de la que siguió siendo el director creativo toda la vida.
Uno de los puntos más altos de su larga carrera lo alcanza con Chanel. En los años ‘80 llega a la marca más prestigiosa del mundo, encontrando una casa que había perdido vigencia, no había sabido adaptarse a su tiempo y estaba prácticamente en banca rota. Este genio del diseño de moda no sólo la revivió y colocó nuevamente entre las casas más importantes del mundo, sino que llegó a convertirse en el símbolo de la firma, al mismo nivel que su creadora, Coco Chanel.
Pero hablemos de arte.
Lagerfeld modificó la forma de hacer desfiles alejándose de las pasarelas, para crear escenarios de acuerdo con la temática de la colección que estuviera presentando. Esta forma de “vivir la experiencia” como una totalidad, lo convierte en un verdadero artista, sorprendente y absolutamente contemporáneo: hizo presentaciones inspiradas en un aeropuerto, un casino, y hasta en un supermercado.
Su última aparición fue en diciembre pasado, cuando hizo el desfile de Chanel en el Templo de Dendur del Metropolitan Museum de Nueva York –la primera vez en más de 30 años que el Met alberga un show del estilo-.
Este creador no solo entraba a los museos con las presentaciones de sus diseños de moda, sino también como artista.
A partir de 1987 empezó a dedicar buena parte de su escaso tiempo a la fotografía. Comenzó registrando sus propios diseños para luego seguir con retratos y paisajes. En estos deja claro su punto de vista, su elección por el uso del blanco y negro, la misma paleta monocroma que elige para su propio look: traje negro, una impecable camisa blanca de cuello muy alto y corbata, con el cabello perfectamente recogido en una cola.
Durante la Semana de la Moda de París en 2013, Lagerfeld fusiona sus modelos de ropa con su obra netamente artística; para la colección de Chanel crea 75 piezas de gran tamaño que hacen parte de la escenografía en el Grand Palais, transformando el desfile en una galería de arte. Pinturas, esculturas e instalaciones, muchas de las cuales son interpretaciones de los famosos iconos de Chanel, están imbuidas de su sensibilidad pop.
Las obras eran impactantes: enormes camelias pintadas en un estilo expresionista, escaleras con cadenas de oro como peldaños se desplazaban en el espacio junto a un robot en forma de frasco de perfume del famoso No 5, al lado de una escultura gigante del logo de la doble C, excelente interpretación del peso e importancia de la marca –al estilo de las piezas a gran escala de Claes Oldenburg-.
También en las colecciones de moda el tema del arte es recurrente: vestidos impresos con tablas o paletas de colores, o telas como lienzos salpicados de pintura.
Karl Lagerfeld también se relacionó con la arquitectura: junto con Zaha Hadid lanzaron el Mobile Art Container. Inspirado en una cartera, crearon un pabellón móvil hecho para alojar el trabajo de 20 artistas, realizado para el aniversario de la icónica cartera blanca y negra con costuras a la vista de Chanel.
Incursionó también en el diseño de interiores, imponiendo características propias de su paleta y gusto refinado.
Hablando de paleta de colores, junto con la marca Faber Castell sacó al mercado una línea de lápices y un set de dibujo que es una verdadera joya –también por su precio que ronda los 2.500 euros-.
En su país natal hizo tres grandes exposiciones: Parallel Contrasts en el Museum Folkwang ; Karl Lagerfeld: Modemethode en la Federal Gallery de Bonn y Modern Mythology en la Kunsthalle de Hamburgo.
Esta inusual muestra, sobre belleza y erotismo, fue un atrevido y arriesgado experimento, en el que el curador Prof Dr. Hubertus Gaßner puso a dialogar pinturas de Anselm Feuerbach, un maestro de la pintura del siglo XIX, con las fotografías del genio contemporáneo de Karl Lagerfeld.
Los dos artistas se conectan por la pasión compartida por la belleza clásica, un ideal atemporal fundado en el mundo antiguo. La muestra plantea el culto a la belleza y cómo las modelos y musas se convierten en iconos.
Lagerfeld creó una serie de sesenta fotografías a gran escala en blanco y negro, especialmente para la exposición, inspirándose en la mítica historia de amor de «Daphne and Chloe». Estas obras estuvieron expuestas junto a cuarenta pinturas de Feuerbach, de los años 1860 a 1870, en su mayoría retratos. Muestran mujeres introvertidas pintadas sobre un fondo neutro, con un perfil clásico, largas trenzas negras y una mirada que se posa melancólica a la distancia. Evita detalles innecesarios que podrían distraer la atención hacia estas mujeres, a quienes Feuerbach parecía haber venerado casi hasta el punto de adoración de culto y que no han perdido nada de su presencia, incluso hasta el día de hoy.
Las fotos de Lagerfeld, tomadas en el sur de Francia, trasmiten ese mismo ideal de belleza clásico, actualizado al siglo XXI, a la vez que no dejan dudas de la mano del artista y su refinada elegancia, con un toque de oscura poesía.
Karl Lagerfeld ganó premios hasta de jardinería; se decía amante del tango –al que llamaba “Latin Rap”- y aseguraba:
«Me interesan casi todos los aspectos de la cultura y siento que todos me influyen de alguna manera. No existe una regla sobre lo que es inspirador y cómo puede afectarme. Para mí lo que funciona es observarlo todo, y luego olvidarme de ello y rehacerlo a mi modo».
Sin dudas, un artista que pasará a la historia.
Por: Mercedes Sader
Mercedes estudió curaduría y crítica de arte en Node Center for Curatorial Practices en Berlin y en Sotheby’s Institute of Art. Es miembro de ICI (Independent Curators International), Productora de cine y Directora de Black Gallery, galería de arte contemporáneo, Pueblo Garzón, Uruguay.