El (doloroso) catálogo incluye 500 lotes, muchos de ellos con varias piezas, que conformaron su interior íntegramente de diseño de autor, con 200 sillas Brno o Barcelona de Mies, mesas de Eero Saarinen , juegos de cubiertos o vajilla de Ada Louis Huxtable, y mucho más que puede consultarse en el sitio de la casa Wright de remates.
El edificio que lo alberga, en la esquina de las calles 99 y 52, pleno midtown, firmado por Mies Van del Rohe fue su sede desde 1959, sirvió la cena del 45 cumpleaños del presidente John F Kennedy en 1962, y era frecuentado por ejecutivos, brokers, empresarios y celebridades, aunque en los últimos tiempos la crítica no acompañaba el simbolismo del lugar.
En el año 1955 Samuel Bronfman Ceo de la destilería Seagram, convocó a su hija, Phyllis Lambert , artista plástica por entonces de 27 años, viviendo en Europa, a reclutar arquitectos para construir el edificio corporativo con la ayuda de Philip Johnson, (Autor de la Glass House de Connecticut y el AT and T building) para ese entonces director de arquitectura del MoMA.
La mejor opción, la encontraron en Chicago: Mies van del Rohe, para ese entonces de 69 años. Entre ambos diseñaron el que en su época fue el edificio más caro de la historia, 43 millones de dólares que en cierta forma irónicamenete cumplía el «less is more» pregonado por su autor.
Johnson se respaldó en varios asesores: William Pahlmnnn como diseñadores de interiores; Garth y Ada Louise Huxtable, (diseñadores industriales); Eleanor Charles (uniformes); Karl Linn (paisajismo); Emil Antonucci (Identidad Gráfica) o Richard Kelly (Iluminación) entre otros.
Algunas piezas del catálogo:
Algunas reflexiones obligadas de casos como éste, que se repiten en todo el mundo:
_ Es incompatible adaptar espacios comerciales a nuevas tecnologías y demandas del siglo XXI y la preservación de los mismos según su espíritu fundacional?
_ La labor de proteccionismo de un espacio físico anula el significado de su continente obligándolo a buscar lugares más flexibles. Ergo pierde parte de su alma y trascendencia social.
En este caso hay involucradas entidades como el MoMA, la New-York Historical Society, o el Landmark Preservation Commision que ahora pugnan por conservar el contenido pero poco pudieron hacer para mantenerlo en su envolvente original.
Libros recomendados: