Fin de año en Japón: una sucesión de breves relatos

30/01/2019 | Actualidad

Fin de año en Japón: una sucesión de breves relatos

30/01/19Actualidad, Arquitectura, Ciudades, Destacados, Japón, Lugares

Fin de año en Japón: una sucesión de breves relatos

30/01/19 | Actualidad, Arquitectura, Ciudades, Destacados, Japón, Lugares

Las hermanas Ana y María Vigo, (arquitecta y comunicadora respectivamente) viajaron a Japón para celebrar el fin de año en ese destino, y lo hicieron en compañía de Agustín, (esposo y socio de María en la agencia Bo Comunicación).  Luego de tres semanas de intensas experiencias, comparten su periplo en nuestras páginas. Alternando imágenes de lugares con sus impresiones sobre los contrastes entre modernidad y tradición y entre oriente y occidente, su relato esta lleno de detalles muy locales que sorprenden y dan la bienvenida a una cultura referente e ineludible.

«Tres semanas viajando a través de Japón ha sido una experiencia sin igual. La vorágine y pulcritud de Tokyo; los canales, las luces y la comida de Osaka; la historia de Kyoto; la reconstrucción y el silencio de Hiroshima; el encanto de los templos y jardines de Nara; la magia y el arte de las islas de Awaji y Teshima. Entre todo eso reluce la generosidad sin límite y espontánea de los japoneses en cada rincón.»

ARQUITECTURA Y NATURALEZA

Si bien las ciudades de Japón son densamente urbanizadas, y no son muchos los espacios verdes, llama la atención la perfecta relación que hay entre la arquitectura y la naturaleza en varios de los lugares que visitamos.

Un caso que nos sorprendió fue Namba Parks, en Osaka, diseñado por el Arq. Jon Jerde. Bajamos del tren en la estación JR Namba y al salir, buscamos un parque de tres hectáreas pero enseguida, lo único que veíamos eran colores grises, luces y un gran centro comercial.

Recién en la segunda visita y después de buscar un poco más de información, dimos con un parque escalonado ubicado en la azotea de los nueve pisos de ese centro. Se va ascendiendo de forma muy cómoda hasta llegar a la azotea del noveno piso. Impresionan las plantaciones: por su tamaño, frondosidad y cuidado, incluso en invierno. Apunte: esto último sucedió durante todo el viaje, a pesar de las bajas temperaturas, la vegetación tiene buen aspecto y color.

Por otra parte, la mayoría de los templos -enclavados en la ciudad o zonas periféricas- están rodeados de jardines con estanques e incluso inmersos en parques mayores como el Santuario Meiji, ubicado dentro del parque Yoyogi en Tokio.

Dos obras del arquitecto Tadao Ando, nos impresionaron por esa maravillosa sinergia:

El hotel Westin, en la isla Awaji, presenta un jardín aterrazado generando un paseo con impresionantes vistas del mar y un preciso manejo del ingreso de la luz a la capilla del hotel, donde a partir de unas rajas en el techo se proyecta, sobre la pared posterior del altar, una cruz de luz.

El jardín de las Bellas Artes en Kyoto intercala obras de Van Gogh entre los planos de hormigón, caídas de agua y estanques que el visitante observa desde recorridos de rampas, que suben y bajan sinuosamente por el espacio abierto.

Dentro de ese universo de comunión entre lo verde y lo gris, encontramos el punto perfecto. ¿Puede existir? Sí. Y sin dudas, el espacio donde existe una conexión simbiótica de la arquitectura con la naturaleza, es en el museo La Gota, en la isla Teshima. El nombre es Museo de Arte Teshima diseñador por el Arq. True Nishizawa y la obra de arte es Matrix del escultor Rei Naito

A Teshima llegamos después de un puñado de trenes y un ferry que partió de un puerto chico y poco ávido de turistas. Apunte: los sitios que generalmente no recibe turistas tiene una sola contra: todo está en japonés, no existe el inglés. Pero, todo se puede resolver.

La Gota. El visitante vive aquí una experiencia espiritual de conexión con el entorno y con uno mismo a partir de una práctica de gran sensibilidad con la naturaleza del lugar, que se hace presente a través de los sonidos del movimiento de las hojas de los árboles y el canto de los pájaros. El ingreso de la luz a través de dos únicas aberturas en las paredes-techo del museo y el movimiento del aire que atraviesa el espacio y mueve unas casi desapercibidas cintas que cuelgan.

La obra de arte que alberga el museo es un singular movimiento de gotas de agua que emergen por debajo de la superficie del piso, lo que lleva a tener un especial cuidado de cada uno de los pasos o posiciones que uno tiene dentro del museo. El visitante se quita los zapatos para ingresar con unas pantuflas más suaves al contacto con el hormigón.

Las fotos están prohibidas y tocar las gotas de agua también. El silencio es encantador y solo se interrumpe, de tanto en tanto, por alguna brisa fuerte.

Los edificios toman vida cuando los vemos siendo disfrutados por los usuarios, principalmente en el Museo de los Niños en Himeji,

Allí pudimos ver a los niños corriendo por esos jardines, reciclando materiales en los salones y leyendo en la biblioteca. Hablamos con sus familias, que nos explicaron el funcionamiento del lugar. ¿Lo más interesante? Una maestra de dicho museo que se acercó curiosa a preguntarnos de dónde veníamos y sobre nuestro viaje. Se sorprendió por lo lejos que queda Uruguay y ese asombró se convirtió rápidamente en un genuino agradecimiento por visitarlos. Y ese simple acto, también, se convirtió en nosotros una de las experiencias más lindas del viaje. Al fin y al cabo, viajar es sencillamente eso: una sucesión de experiencias.

Tal vez la más sorprendente fue precisamente al salir de ese museo. Camino hacia la ciudad, algo perdidos, le preguntamos a una señora que tranquilamente paseaba su perro las indicaciones para ir a la estación de trenes. En un perfecto inglés y sin el menor titubeo, frente a la dificultad de llegar con el transporte público, nos ofreció llevarnos en su auto. Por más que insistimos en que no era necesario, llevó al perro a su casa, subimos a su auto y condujo diez kilómetros para acercarnos a la estación del tren que nos llevaría de vuelta a Osaka.

CIRCULACIÓN – MOVILIDAD

La velocidad de los desplazamientos sorprende dentro de Japón. Desde la conectividad que da el Shinkansen a lo largo de la isla hasta la infinidad de conexiones que permite el metro y el tren dentro de cada una de las ciudades. El transporte colectivo funciona con una puntualidad increíble a los ojos de cualquier latino.

Además, está contemplado en el diseño de las estaciones, los metros, trenes, cruces peatonales y edificios públicos en general, la accesibilidad universal. Con rampas, ascensores y escaleras mecánicas, sonidos, señales y pavimento podotáctil para personas de poca y nula visión. Esto se suma a una completa señalética con la que hasta los occidentales nos orientamos sin mayores dificultades.

Ese complejo entramado de conectividad se replica en los cruces peatonales de las calles (Shibuya), como en el interior de las estaciones, donde los transeúntes ni se pechan ni se rozan en ese aparente movimiento caótico y vertiginoso de personas en múltiples direcciones. Un caos controlado, un tumulto prolijo y un frenesí que deslumbra –aún en un ritmo agitado- por el respeto del espacio de cada japonés.

ALCANTARILLAS Y CABLES

Dos características de los servicios de las ciudades nos llamaron la atención. Por un lado, el diseño de las tapas de cámara o alcantarillas. Son de hierro y cada ciudad presenta, engalanando cada paso, un motivo diferente representativo de la misma.

La otra característica son los tendidos eléctricos y de telefonía: cuelgan desordenadamente cruzando de un lado al otro de las calles, lo que contrarresta con el orden aparente del resto de la ciudad. Es una pizca de condimento para –por fin- reparar que no todo es perfecto.

LA VIVIENDA

El factor común de las pocas viviendas japonesas que pudimos ver es la orden inquebrantable de ingresar descalzos. Para lo cual en la entrada siempre se dispone de una zapatera donde dejar el calzado. Allí, confortables y acogedoras, esperan unas pantuflas para usar dentro del hogar.

Otro aspecto interesante es que por más mínimo que sean los espacios, siempre encontramos grandes depósitos de residuos (dos o tres), donde se clasifican los desperdicios.

En todos los casos, los baños están compartimentados al interior de la vivienda. Es decir: teniendo el lavatorio por un lado, a veces asociado a un lavadero; la ducha por otro y el inodoro en otro cubículo separado.

Llama la atención la decoración con peluches o adornos de dibujos animados.

En las cocinas que visitamos se dificultó encontrar un cuchillo, en general cuentan con muchos juegos de palitos chinos, incluso unos más grandes para cocinar, pocos tenedores, algunas cucharas y prácticamente no hay cuchillos. Trabajan muchas veces la comida con tijeras grandes.

TIENDAS – EL UNIVERSO DE LAS PAPELERIAS

¿Es Japón el paraíso de las papelerías? Es algo que de antemano no sabíamos. Nos encontramos con un mundo fascinante. Es muy amplia la oferta de papelerías dónde se pueden encontrar desde libretas, sobres, cintas de papel decoradas, blocks de hojas para origami, almanaques, carpetas de las más variadas formas y diseños y un sinfín de elementos más para los amantes de estos productos. Todo rozando –y alcanzando- la perfección en el orden, la prolijidad y la presentación de cada detalle.

Visitamos una papelería en Tokio donde se vendían libretas y agendas personalizadas. Como quién elige los condimentos para una hamburguesa, el visitante podía elegir dentro de una enorme variedad: las hojas con diferentes diseños, colores y espesores, las tapas, el tipo de cierre, el tipo de rulo y en el mimo momento una serie de empleados armaban la libreta o agenda con máquinas, martillos y otras herramientas.

ESPACIO GOURMET

En los lugares en los que nos sentamos a comer en las ciudades japonesas, se suministra libremente agua fría y caliente y generalmente también té verde. Es muy frecuente encontrar sobre la mesa o barra del lugar, canillas dispensadoras de agua caliente.

La carta del menú incluye fotos de los platos y en muchos casos en sus vidrieras o escaparates en el exterior del local, se encuentran reproducciones de los platos con la comida realizados en plástico. Las reproducciones son tan geniales como reales.

El escaso espacio también se nota en el diseño del mobiliario que prevé un lugar para los abrigos y carteras, ya sea en estantes bajo la mesa o en canastos a los pies. Es una muy buena solución, además de cómoda.

El diseño del emplatado del menú resalta por lo cuidado y en general se presentan los alimentos por separado en distintos recipientes, platos y cuencos, algunos de ellos con su propia tapa. En todos los lugares que visitamos nos ofrecieron palitos para comer en lugar de cubiertos occidentales.

EL HABITANTE JAPONÉS

Por último, pero sin lugar a dudas lo más impresionante de Japón, son los mismos japoneses. La amabilidad con que se ofrecen a ayudar, aunque el idioma sea una dificultad adicional, acompañándonos e indicándonos con señas o en el mapa la dirección de nuestro destino fue asombrosa.

Tengan en cuenta algo: si van a Japón y se detienen un segundo a mirar el mapa tendrán, en un abrir y cerrar de ojos, una persona preguntando en qué puede ayudarte.

LOGÍSTICA

El destino se definió a partir de la fecha que teníamos disponible para tomaros unos días y en función de explorar opciones como  «¿dónde pasar fin de año?» . Allí surgieron algunas posibilidades como Australia o New York que por alguna razón no nos interesaban tanto,  y ahí fue que Japón nos  pareció algo distinto.  Era una asignatura pendiente y referencia ineludible.

Hicimos escala a la ida y a la vuelta en Estados Unidos, si lo volviéramos a hacer tal vez elegiríamos parar un par de noches. Quedó pendiente Chicago. En parte por el destino de conocer otra ciudad y en parte para que el viaje no se haga tan largo.

Con respecto a la hotelería, pensamos en hacer Tokio al inicio y al final del viaje repartiendo la estadía en dos veces.

Para el primer alojamiento en Tokio elegimos hostel ya que íbamos a pasar fin de año, así lo hacíamos más acompañados y de hecho, conocimos a unos argentinos apenas llegamos y enseguida nos entendimos, con quienes cenamos y recibimos el año juntos en Shibuya.

Luego elegimos apartamentos equipados, a través de Airbnb. La recomendación es verificar que haya estaciones de metro cerca, pero no cualquiera, sino que sea una de JR pass. En Kyoto nos alojamos por dos noches en un hotel.

Viajamos en invierno y la percepción del frío fue distinta en cada uno, Nevó un día en Kyoto y en promedio entre los tres fue soportable el clima en el total del viaje. Sin dudas viajar en primavera y ver los cerezos en flor es otro pendiente.

En base a los días que teníamos para el viaje, para armar el itinerario nos basamos en el itinerario del viaje de arquitectura rifa,  pero lo fuimos adaptando a nuestros tiempos e intereses. Resultó práctico hacer base en Osaka para conocer otras ciudades desde allí, como Hiroshima, Nara, etc. Además la noche en Osaka es muy disfrutable y se come muy bien.

En total estuvimos 18 días en Japón contando el de llegada y salida. Demoramos alrededor de unas treinta horas de viaje (entre vuelos y escalas), para ir y otras tantas para volver. Por el cambio horario se pierde a la ida, y se gana a la vuelta, como la vida misma 😊

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