El legado de Karl Lagerfeld
El diseñador de la casa Chanel falleció este martes a los 85 años en un hospital de París, así lo confirmó la firma en donde trabajó 36 años.
La salud de Lagerfeld se había degradado en los últimos meses y en enero pasado el modisto ya no apareció, como era habitual, en el último desfile de alta costura que firmó para Chanel en la pasarela de la capital francesa. En su lugar, lo hizo Virgine Viard, quien sucederá su gestión y será la nueva directora creativa de Chanel, mano derecha de Lagerfeld durante más de 30 años.
Nacido en 1933 en Hamburgo se hizo famoso como estilista y fotógrafo.El «Kaiser de la moda»,era un gran empresario su compañía Lagerfeld facturó 8.300 millones de euros en el 2018. Deja el recuerdo de un hombre brillante que creció con la inquebrantable ambición de «ser diferente a todos los demás».
Se crió a 24 millas de la localidad portuaria, en una casa burguesa, sin apenas percatarse de cómo la Segunda Guerra Mundial estremecía a Europa. Su padre era un adinerado distribuidor de leche condensada y su madre, una excomerciante de lencería algo excéntrica, de ideas modernas pero estricta y virtuosa del violín. Era un jovencito que odiaba vivir rodeado de granjeros, que recortaba las siluetas perfectas de las revistas de moda.
En 1952 se trasladó a París con su madre, Elisabeth. Allí prosiguió con sus estudios hasta que dos años después ganó el concurso del Secretariado Internacional de la Lana con el dibujo de un abrigo escotado en la espalda. La distinción, que compartió con un incipiente Yves Saint Laurent, le abrió las puertas de la biografía excepcional que perseguía con determinación y comenzó a colaborar en talleres como el de Pierre Balmain o la casa Chloé. Así daba sus primeras puntadas la carrera de Karl Lagerfeld, el mayor showman que ha parido el mundo de la moda. Un creador que se mueve entre el absurdo y la genialidad absoluta.
Establecido como un cotizado «freelance» en el mundo de las agujas, con contrato en Fendi desde 1965 como director artístico, en los setenta empezó a recogerse el pelo en una coleta y a introducirse en el negocio del perfume.
Era 1983 y había pasado casi una década desde que Chanel falleciera en 1971. El dueño de la marca, Alain Wertheimer, seguía buscando soluciones para mantener la firma a flote. Sin saberlo, tomó la decisión más brillante de la historia de la moda: contratar a Karl, quien se propuso salvar «la maison», aunque solo fuera su director creativo a tiempo parcial en un principio.
Cuando el diseñador llegó a la maison de Chanel “nadie quería vestir ni ponerse los accesorios de la firma. El reto es lo que me atrajo, resucitar algo que estaba muerto”, manifestó. Una ambiciosa tarea. Consiguió convertir la firma Chanel en una de las más rentables del mundo, gracias a su revisión de los clásicos de la marca, introduciendo detalles irreverentes como cadenas o tachuelas.
En sólo tres años consiguió dar vida a la firma. Conectó su particular sensibilidad con los intereses de la mujer de la época. Mantuvo la esencia Chanel con pequeños retoques. Acortó faldas y les dio color pero siempre huyó de los estampados. El diseñador, con gran bagaje cultural, tenía un color fetiche: el negro. Para él era lo más chic, lo más moderno y lo más actual. Sobriedad y estilo. Y siempre fue fiel al estilo Chanel y al color negro.
Lagerfeld se apoyó en modelos como Inès de La Fressange, Cindy Crawford, Carla Bruni, Naomi Campbell o Claudia Schiffer o el celebridades rales como Carolina de Mónaco fiel seguidora de sus diseños.
Tras su llegada se enfrentó a muchas críticas por lo cambios que hizo en la casa de moda francesas. Decidió reestructurar la compañía y romper con la herencia que dejó la fundadora. Mantuvo detalles de su legado, como tweed, las perlas, el blanco y negro o las rayas marineras.
De repente, Chanel había pasado de ser una firma cara, con historia y algo sobria a ser el vestuario que toda mujer querría en su armario. Y todo en cuestión de cinco años.
Además de director artístico, durante más de tres décadas se ocupó de la fotografía de Chanel, otra exitosa disciplina para un creador polifónico que también coqueteó con el diseño de objetos, el dibujo o la interpretación, y que en 1984 creó su propia marca: Karl Lagerfeld. Su gran amor, el dandy autodestructivo Jacques de Bascher, (quien le ocasionó más de una pelea con Yves Saint Laurent) a quien había conocido en 1971, murió de sida en 1989. Diez años después, y tras un sonado problema con el fisco, llegó el cambio de siglo. Y Lagerfeld volvió a reinventarse: se sometió a un régimen radical que le llevó a perder 42 kilos para entrar en la silueta pitillo que impuso un joven Hedi Slimane en Dior Homme, hacia quien el alemán nunca ocultó su admiración.
Son dignas de relevancia por lo creativo y de apuestas superlativas eventos como el desembarco en Cuba con un desfile en pleno boulevard o sus escenografías para los desfiles que llevaban a cabo cada temporada en el Grand Palais de Paris, cuya reconstrucción, Chanel colaboró para financiarla. (Lo comentamos en esta nota).
Karl imaginaba playas, plataformas de lanzamientos de cohetes, casinos, selvas, jardines versallescos, cascadas, manifestaciones, supermercados o molinos eólicos como escenarios desbordantes de creatividad para sus desfiles. Verdaderos desafíos de logística solo posibles con los presupuestos de marketing de la grifa francesa.
Nunca bebió, fumó o consumió drogas y las únicas adicciones que se le conocían eran el trabajo y los refrescos siempre en versión bajos en calorías. De ahí que el káiser de la moda apareciera en las latas de Coca Cola.
En perfecto estado de forma, Lagerfeld inició ya en el siglo XXI una nueva adolescencia creativa y firmó audaces colaboraciones con marcas como H&M, Coca Cola, Volkswagen o Sephora. Siguió el ritmo frenético hasta el final Dirigía las colecciones de tres marcas (Chanel, Fendi y la propia) con un ritmo de doce colecciones anuales, insoportable para la gran mayoría de diseñadores como él mismo reconoció en la revista Paris Match el pasado julio. «No veo muy bien quién podría hacerlo en mi lugar, aunque a muchos les gustaría», dijo. Fue en la pasada Semana de la Moda que por primera vez en mucho tiempo, Lagerfeld no salió a presentar sus diseños. Sus representantes argumentaban cansancio. El modisto con reputación de severo, que viajaba en avión privado y al que siempre acompañaba un cortejo de asistentes, se reivindicaba como una persona independiente que solo soportaba la compañía de su gato Choupette, felino con dos empleadas domésticas a su servicio y heredero de parte de su fortuna. »
«Solo la inteligencia dura. La juventud y la belleza son temporales», decía un creador que definía la moda como «efímera, peligrosa e injusta»
Hoy, muchas celebridades expresaron su pesar en las redes sociales, entre ellos, la alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo:
“Era un genio. En el seno de la ‘maison’ Chanel, inventó y reinventó con pasión, exigencia, excelencia. Su arte dio colores y formas al amor, al refinamiento, a lo asombroso y a lo maravilloso. Más que una encarnación de París, él era París. Todos los que le conocieron se acordarán de su amabilidad, su generosidad y su atención sincera hacia los más frágiles”.
También Bruno Pavlovsky, presidente de Chanel expresó: “Desfile tras desfile, colección tras colección, Karl Lagerfeld dejó su huella en la leyenda de Gabrielle Chanel y la historia de la casa. Promovió firmemente el talento y la experiencia de los talleres y manualidades de Chanel, permitiendo que este conocimiento excepcional brille en todo el mundo. El mayor tributo que podemos rendirle hoy es continuar siguiendo el camino trazado por él, citando a Karl, ‘seguir abrazando el presente e inventando el futuro’”.