Distritos culturales y creativos: nuevas perspectivas para la revitalización urbana
La competencia entre las grandes metrópolis por alcanzar un lugar preferencial en el ranking mundial ha llevado a profundas reconversiones de las ciudades, donde la cultura se posiciona en un nuevo lugar preferencial en tanto argumento clave para la gestión urbana que actúa como potente motor de desarrollo económico e impulsor de futuro. Estas áreas urbanas con fuerte presencia de bienes culturales conforman los llamados distritos culturales, entendidos como grandes espacios de usos múltiples dentro de la ciudad con una alta concentración de servicios culturales.
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Desde hace ya un tiempo, los recursos que propician la aparición de estos distritos no se limitan a cuestiones patrimoniales, sino que entran en juego otras tantas variantes que incluyen la industria del arte, la moda, el cine, la arquitectura, el entretenimiento, el deporte, y todos aquellos soportes que eventualmente puedan tener valor cultural. Así es que la conformación de estas áreas nace como una respuesta a la necesidad de configuración de la ciudad contemporánea que involucran un conjunto de actores institucionales, económicos y no económicos, capaces de aunar recursos para impulsar proyectos compartidos que focalicen tanto en aspectos creativos como productivos.
Jewellery Quarter, Birmingham, UK
Hoy, los distritos culturales y creativos constituyen un modelo de organización territorial, social y económico, configurados como espacios o sectores urbanos donde la diversidad de expresiones y productos culturales son el puntapié para el desarrollo, la transformación y la inclusión para una ciudad inteligente, creativa y sostenible. La evolución de los distritos culturales acompaña la evolución de la concepción de cultura, desde su relego a un ámbito elitista hasta sus nociones más amplias y populares. Conceptualizar el término “distrito cultural” en su paulatina fusión con el concepto de “distrito creativo”, supone pensar en nuevas industrias que conectan manifestaciones artísticas con experiencias directas. Condición necesaria para que todo funcione es la preparación y el trabajo articulado entre todos los agentes que forman parte de esa cadena de valor, incluidos los ciudadanos, el gobierno, el sector empresarial y las instituciones públicas.
Quartier des Spectacles, Montreal, Canadá
Maboneng Precinct, Johannesburgo, Sudáfrica
Mercat de Santa Caterina, Barcelona, España
Según una guía sobre revitalización urbana publicada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2020, hay un conjunto de principios generales que rigen la planificación de recuperación y renovación de toda ciudad:
– Diseñar plataformas para la colaboración y el intercambio de conocimientos.
– Crear canales formales de comunicación entre el sector y el gobierno.
– Centrarse en estrategias hiperlocales.
– Innovar audazmente con el uso del espacio y la experiencia del visitante.
– Acelerar la adopción de canales empresa-consumidor digitales/en línea.
– Construir la confianza del consumidor.
Art picnic, Gwangju, Corea del Sur
Art picnic, Gwangju, Corea del Sur
Cada vez más, las organizaciones privadas, las instituciones culturales y las industrias creativas se vinculan a través de proyectos de regeneración de áreas urbanas degradadas con varios fines comunes: promover el capital natural, reestructurar el territorio urbano, recuperar arquitectura de interés histórico y cultural, fomentar el capital humano, generar interacción social, potenciar la actividad económica y profundizar en el sentimiento identitario colectivo. Los distritos culturales en Barracas, Parque Patricios, La Boca y San Telmo, impulsados por el Ministerio de Desarrollo Económico en Buenos Aires, son un buen ejemplo de cómo a través de estrategia e innovación es posible trabajar en la promoción de un área en particular, la zona sur, hasta entonces un tanto relegada por la desigualdad de servicios con respecto a zona norte. También valga reconocimiento la plataforma Santiago Creativo creada por el gobierno regional de Santiago de Chile con apoyo de organizaciones públicas y privadas, con el objetivo de articular y gestionar estrategias que generen valor a la industria creativa del área metropolitana y promuevan la exportación de bienes y servicios.
Distrito Teconológico, Buenos Aires, Argentina
Distrito Teconológico, Buenos Aires, Argentina
Pero para que un distrito cultural y creativo pueda desarrollarse es necesario no solo que exista un nivel de innovación que impulse recursos atractivos, sino también un marco de regulación y promoción de industrias creativas en tanto elementos que estructuren el camino hacia la regeneración urbana. Y es que la apuesta de políticas públicas en el desarrollo cultural tiene como consecuencia indisociable una retroalimentación social, turística y económica. Es fundamental generar planes de información entre agentes de entidad pública, fomentar el diálogo entre instituciones públicas y privadas; en definitiva, generar una sinergia cultural para la integración, el uso y el disfrute del proyecto puesto en marcha, garantizando casi inherentemente la sostenibilidad del medio natural, el territorio urbano y los espacios culturales. Para rentabilizar las inversiones que suponen estas políticas, un canal válido es el incentivo al turismo como medio para atraer ingresos y expandir los límites urbanos, modificando la morfología interna de la ciudad y las funciones de los espacios creativos.
Porto Digital, Recife, Brasil
Existen básicamente dos modelos de intervención pública: el financiamiento directo de la cultura o la intervención a través del sistema de subvenciones. Son varias las alternativas para propiciar el marco de acción, desde medidas de tipo reglamentario que atiendan la protección y promoción de la identidad y la diversidad cultural, hasta aquellas que estimulen la consolidación de la participación ciudadana, tiendan a democratizar las oportunidades a nivel de creación de productos y servicios, promuevan la circulación y el intercambio de ideas culturales, fomenten la creación artística, la conservación de bienes culturales y la valorización de espacios, paisajes, sitios históricos y edificios emblemáticos. Pero este marco legal e institucional debe existir para que todos esos productos, servicios y actividades tengan oportunidades a nivel de creación, producción, distribución, difusión y disfrute.
Centro Cultural Moravia, Medellín, Colombia
Una nueva fórmula de financiación cultural que está tomando protagonismo en el mundo, con novedades también en Uruguay, es el crowdfunding. Se trata de una red financiación colectiva con coparticipación de la sociedad en proyectos culturales. La modalidad es normalmente online y a través de donaciones económicas o de otro tipo se vehiculiza el financiamiento de un determinado proyecto cultural a cambio de recompensas. Luego de que en nuestro país se dictara la ley de fomento y promoción del emprendedurismo, en 2019, por primera vez se incluyó una definición de plataformas de financiamiento colectivo, colocándolas bajo supervisión del Banco Central del Uruguay, que el 28 de diciembre del año pasado publicó la versión final del proyecto para regular la actividad de dichas plataformas nacionales.
JQ Festival en Jewellery Quarter, Birmingham, UK
Las industrias culturales y creativas constituyen uno de los sectores de mayor crecimiento a nivel mundial desde que los gobiernos comenzaron a identificar cómo estas contribuyen directamente a la configuración de estos distritos en áreas urbanas. Numerosos proyectos han resultado exitosos en abordar necesidades socioeconómicas contemporáneas vinculadas al deterioro de las ciudades, estableciéndose un diálogo más que interesante entre las industrias y el territorio, en el que se acompaña el valor de la trama patrimonial existente -nunca en contra de ella-. Ahora bien, la infraestructura y el entorno construido son componentes necesarios, pero no resultan suficientes. Se requiere también de intervenciones tangibles para brindar ciertos beneficios comunitarios de manera que los distritos culturales se desarrollen: el patrimonio puede y debe ser un trampolín para mejorar las actividades existentes o sumar una nueva oferta cultural.
Lo cierto es que en la vorágine de la revolución tecnológica y los procesos de mundialización de la economía, la ciudad enfrenta una dicotomía clave para la definición de su propio futuro: ser concebida como un ámbito donde la cultura es ornamento, o ser un espacio fértil en el que la cultura es inversión. Por supuesto que el camino a la prosperidad invita a pensar en términos de ciudades creativas que se preocupan por la inversión en conocimiento, el empleo y la sostenibilidad, centradas en arquitecturas impactantes, con buena oferta artística, gastronómica y cultural. Sin embargo, atravesando la crisis resultante de la pandemia, el reto es sin lugar a dudas exponencial. Así como los sectores relacionados con el turismo y la hospitalidad, las industrias culturales y creativas se han visto fuertemente afectadas por los confinamientos en gran parte del mundo y sus efectos colaterales en la producción y el empleo. El impacto será a largo plazo y precisará de todo el ecosistema social para salir airosos de un contexto más que desafiante.