¿Cómo afectará el Brexit a los estudios de arquitectura y diseño británicos en su ejercicio y crecimiento fuera de fronteras?
¿Cómo afectará el Brexit a los estudios de arquitectura y diseño británicos en su ejercicio y crecimiento fuera de fronteras?
Dentro de la incertidumbre generada por la inminente salida británica de la Unión Europea, el llamado “Brexit”, dentro de la combinatoria exponencial de posibles rutas de escape, cada uno comienza a teorizar con las posibles consecuencias que este divorcio podría tener en los aspectos más básicos y en los más insólitos del quehacer británico.
Encontramos por ejemplo estudios de cómo sería la dieta de los británicos si el país tramitara una salida no negociada (“no-deal Brexit”), mientras hay quienes especulan cómo sería el turismo o los intercambios estudiantiles en un mundo post-Brexit, o cómo de un día para el otro podrían faltar desde insulina hasta fideos y aceite de oliva. Desde el diseño de un nuevo pasaporte hasta las colas de camiones en los puntos de entrada a las islas, desde permisos de trabajo hasta cómo llevar a tu Highland terrier a tu casa de veraneo en Marbella, el Brexit tiene consecuencias inimaginables, que dependerán a su vez de cómo y cuándo se negocie la salida (hasta fines de octubre vamos a saber poco más, por cierto).
En arquitectura y diseño, el Brexit se hará notar en varios aspectos, algunos menos obvios que otros. Si lo miramos en la línea de tiempo de alguien que trabaje en esos campos, vemos que ya en la universidad, se verá coartada la libertad de viajar y estudiar en el resto de la Unión Europea, algo que generaciones toman como un rito incuestionable. Luego de graduarse, también habría que estudiar la forma en que se validarán los títulos en el resto de Europa. Ya pasando al plano laboral, estaría por verse qué tantos estudios de arquitectura y diseño globales o europeos seguirán eligiendo Londres o el resto del país para sus operaciones regionales, o si otras ciudades europeas le ganarán la carrera. Profesionales y estudios británicos ya no podrán competir por premios o fondos de la Unión Europea durante sus carreras, algo que los afectará profundamente.
Tal como sucede en otros sectores, un aspecto que ya estamos observando que afectará a quienes trabajen en arquitectura y diseño, será la nueva rigidez a la que se verán sometidos a la hora de viajar al resto de la Unión Europea: un proceso ágil que se convertirá en algo más tedioso tanto para ingresar temporalmente como para radicarse por trabajo (el tema de visados, por ejemplo, está por verse) o para enviar muestras y materiales (algo que fluye en este momento y que pronto requeriría de trámites y costos a los que nadie está acostumbrado). Algo tan sencillo como ir a una feria en otro país de la Unión, ya no será tan fácil (desde el personal hasta las muestras, catálogos y merchandising pueden verse afectados)
El capital humano, por esencia transnacional en nuestros sectores, ya será considerablemente menos flexible, y el costo de permisos, visados y demás comenzará a pesar, especialmente en estudios chicos. Habrá que ver cómo funcionan los pagos que reciben estos estudios ya que el sistema bancario también recibirá un shock (de todas formas recordemos que Reino Unido no utilizó el Euro nunca, o sea que los pagos siguen siendo en libras esterlinas, pero las regulaciones financieras europeas ya no aplicarían y seguramente los costos transaccionales se incrementarán). Del punto de vista “micro”, ¿seguirá siendo Reino Unido tan interesante como antes para profesionales europeos de arquitectura y diseño? Una de las consecuencias más duras del Brexit, especialmente en el corto plazo mientras se acomodan los zapallos en el carro, será el acceso más limitado al talento del que tanto se nutren estas actividades. En el corto plazo, los estudios británicos también se verán invadidos por la incertidumbre que significa no solo regirse bajo un nuevo marco regulatorio (que los afecta como empresas aparte de afectar aspectos técnicos de sus proyectos – qué códigos utilizar, por ejemplo) sino también por la imposibilidad de planificar en el largo plazo (algo a lo que están muy acostumbrados) ya que hay variables “macro” (como el tipo de cambio) que no están claras y los puede afectar profundamente.
Por supuesto que, siendo el país resiliente que es, esperamos que luego de esta etapa de ajustes y acomodos, el país se vea beneficiado en el largo plazo. También hay aspectos positivos de corto plazo, por ejemplo, vemos que los estudios británicos (y no solo los que ya son globales), están mirando con otros ojos la posibilidad de expandirse fuera de la Unión Europea, y hasta algunos empiezan a venturarse tibiamente hacia América Latina. Acuerdos comerciales con nuevos mercados (urgidos por el Brexit) pueden abrir nuevas oportunidades en todo el mundo (aunque alcanzar estos acuerdos, como bien sabemos quienes sufrimos el Mercosur, puede llevar años o décadas).
El sector de arquitectura mismo, analiza Frontier Economics, genera al país casi 5 billones de libras esterlinas al año (unos 6.5 billones de dólares) y uno de cada cuatro arquitectos trabajando en el Reino Unido provienen de otros países de la Unión Europea. El desafío es enorme y el país se juega su competitividad en el sector. Dependerá de sus políticas y de su visión, a nivel país y a nivel empresa, el continuar siendo atractivo para reunir el mejor talento europeo y seguir jugando en las grandes ligas.