Ciudades Inteligentes: el valor de la tecnología centrada en los usuarios

13/12/2021 | Actualidad

Ciudades Inteligentes: el valor de la tecnología centrada en los usuarios

13/12/21Actualidad, Apps | Tech, Gestión urbana, Tendencias

Ciudades Inteligentes: el valor de la tecnología centrada en los usuarios

13/12/21 | Actualidad, Apps | Tech, Gestión urbana, Tendencias

 

Contexto:

Según reportes de las Naciones Unidas, para el año 2050, el 68% de la población mundial vivirá en ciudades, lo cual acentúa la tendencia de crecimiento tan exponencial como desigual.

Se estima que para ese año, la población de África subsahariana podría duplicarse y la India superaría a China como el país más poblado.

Esa tendencia al crecimiento exponencial resultará en ejemplos de ciudades que contengan más de 30 millones de habitantes (Tokyo y Nueva Delhi ya son un ejemplo de ello). No obstante, las mega ciudades no dirigirán el crecimiento demográfico urbano, sino que serán las urbes con menos de un millón de habitantes, especialmente en Asia y África, las que liderarán la tendencia. Mientras que en las primeras reside una de cada 8 personas, las últimas acogen a cerca de la mitad de la población urbana mundial.

Así, los mayores problemas y conflictos sociales, económicos, ambientales, de decisiones y gobernanza política se localizan y originan en las urbes, y serán estas el escenario donde deba centrarse el desafío de resolverlos.

 

 

Concepto:

El concepto de ciudades inteligentes suele estar asociado a escenas de Matrix o Minority Report, pero en realidad, sólo el 30% de ese concepto está relacionado a la tecnología.

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La definición de Smart city pasa por ser aquella ciudad capaz de resolver problemas, utilizar la tecnología de la información y comunicación (TIC) con el objetivo de crear mejores infraestructuras para los ciudadanos. Desde transporte público, pasando por ahorro energético, sostenibilidad o eficiencia en todos sus aspectos.

En definitiva es la combinación de personas, tecnología y creatividad en la gestión para hacer más sostenible y eficiente a cualquier ciudad del mundo. De alguna manera, las smart cities dotan a los ciudadanos de herramientas para que aporten mayor valor a la ciudad.

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Por ello será imperativo reconocer y agregar valor en los conceptos, cadenas de producción y servicios, haciendo énfasis en el poder de la educación y la visión a futuro.

Al respecto, es relevante revisar un nuevo concepto para medir la prosperidad de los países, desplazando meramente el sesgo financiero para combinarlo con fundamentos de orden social y restricciones medioambientales.

Su autora, Kate Raworth, ha revisado todos los componentes del pensamiento económico contemporáneo para corregir las pautas no alineadas con objetivos de las sociedades del siglo XXI, y les ha dado forma en un documento para la Universidad de Oxford en el marco de un programa de Oxfam, y luego en un libro publicado: “Doughnut Economics: Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist.” (“La economía del dónut, siete formas de pensar como un economista del siglo XXI”), una contribución incalculable al debate sobre los modelos de desarrollo.

 

 

Su modelo ofrece una mirada radical para guiar el desarrollo global, políticas gubernamentales y estrategias coorporativas, estableciendo nuevos estándares para medir el éxito y la prosperidad económica, combinando conceptos múltiples de fronteras sociales y de sostenibilidad.

El esquema permite operar y modificar la planificación económica de forma de extender alcances a las poblaciones sin interferir con el techo de la sostenibilidad ambiental.

El desafío del rediseño de las instituciones, el dinero y las finanzas será la obligación de transformarse y dar beneficio a muchos en vez de a unos pocos. En ese sentido, ignorar el poder de las economías colaborativas es desconocer uno de los componentes más dinámicos y poderosos de la modernidad.

Este concepto que oscila entre el cuidado al medioambiente (apoyado en pautas globales de neutralidad de CO2 para el 2050) y la inclusión social es complementado por el diseño de la experiencia centrada en usuarios.

Un pionero de esto último ha sido el Arquitecto danés Jan Gehl, planificador urbano que establece como punto de partida el diseño de ciudades pensadas para los peatones, para ser recorridas a 5km/h y no a 50km/h como en los ´80.

 

 

Esa inflexión supone una atención a detalles como el paisajismo y la sombra o asoleamiento que se desee para una plaza, las texturas en pavimentos que visual e inclusivamente hagan diferencias, el equipamiento urbano que aporte alternativas a todos los colectivos y den ganas de quedarse en un lugar, la vinculación con espacios semiprivados o semipúblicos de usos mixtos, la movilidad adaptada y optimizada, la iluminación que resalte edificios y brinde seguridad, y mucho más que hace que la experiencia en un lugar sea memorable…u olvidable, cuando no existe esa profundidad de morada en la planificación. También supone una herramienta poderosa de manipulación de conductas humanas. ¿Quiero que la gente circule más ágilmente por determinado sector o tienda a permanecer en él?, o ¿quiero desestimular actividades delictivas en ciertas áreas?, todo es posible de modificación con el equipamiento y diseño de entorno adecuados.

 

En cuanto al cuidado del medioambiente ya se replican diversas soluciones en el marco de los objetivos de descarbonización de las matrices energéticas con miras al 2030 o 2050. La peatonalización de zonas otrora congestionadas, la inclusión de verde y espacios de uso social en desarrollos residenciales y corporativos marcarán las pautas de proyectos en los próximos años.

 

Ojetivos:

El principal, es construir ciudades con valor agregado, incluyendo atributos como la inclusión, transparencia, mejorar distribución de recursos, clusterización (fomentar especialización en áreas concretas), generación de riqueza a través de un modelo de negocio sostenible, y acento en economía digital, industrias culturales, emprendedurismo, y conocimiento compartido.

En ese sentido la ciudad de Córdoba, Argentina, viene haciendo un trabajo singular basado en #govtech cuyo resultado ha sido la instalación de más de 2.000 start  ups en 20 años y la instalación de una oficina-radar de detección de innovación para incorporarla al sistema.

El resultado es el posicionamiento de la ciudad a nivel internacional atrayendo capital y especialistas en el sector. Consiste por tanto, en desarrollar aquello que haga única a la ciudad.

Generar riqueza: necesidad de definir un modelo de negocio, que permita generar riqueza, nuevos puestos de trabajo sin que suponga un aumento de impuestos.

Economía digital: Industria cultural: emprendimiento y conocimiento compartido.

Tecnología asequible: acceso a internet, sensores, big data, reconocimiento facial, Smart grids (redes inteligentes de gestión) o el Internet de las Cosas son puntos clave.

Movilidad inteligente con transporte eficiente.

Adaptación al medio ambiente y a lo imprevisible de la naturaleza.

Sostenibilidad + Sustentabilidad mediante una gestión y ecuaciones financieras que sostengan el modelo y lo hagan trascender.

 

Formalización:

La pandemia ha probado la importancia del espacio público, el valor de la cercanía vecinal y la diversificación de los polos productivos. Cobran vigencia los modelos de planificación urbana en base a las “supermanzanas”: agrupación de manzanas en cuyo interior se restringe el tráfico y se amplían los espacios públicos. Estos objetivos se logran con la introducción de dos cambios fundamentales: la jerarquización de la red viaria y el establecimiento de una red diferenciada para cada modo de transporte. La premisa además es que ningún servicio quedará a más de 15 minutos de los residentes.

 

 

Entre el 70% y 80% del espacio de las calles se dedica a los vehículos que están estacionados el 95% del tiempo.

Una red de nuevas supermanzanas permitiría liberar el 70% del espacio destinado al tráfico para ganarlo como espacio público disfrutable para peatones, al tiempo que organiza la ciudad en una serie de microbarrios de escala vecinal y mayor énfasis en detalles, equipamiento, y servicios de uso mixto que son críticos para fomentar la interacción social. Achicar la brecha de distancia y transporte requerido entre el centro de producción y el consumidor final trae por ejemplo la instalación de huertas comunitarias o de cercanía en azoteas de restaurantes o edificios, que pueden suministrar a sus vecinos en nuevos formatos colaborativos o comerciales.

Las propuestas de Vincent Caillebaut a un concurso de ideas para Paris 2050 de la alcaldesa Anne Hidalgo hace algunos años muestran esa integración en formato extremo.

 

 

Si bien se plasma esa idea actualmente en el Bosco Verticale, el desarrollo de Stefano Boeri en el centro de Milán.

 

 

O el Pasona Building en Tokio, sede de una empresa que cultiva alimentos para sus empleados en su propia sede, en un edificio urbano.

 

 

Herramientas:

El principal aliado de los gobiernos y privados que se ocupen de diseñar estrategias e infraestructura para las ciudades serán:

_ El mindset digital, esto es, servirse de la tecnología para dotar de mayor accesibilidad y eficiencia todos los servicios a sus ciudadanos.

_ La educación orientada hacia el futuro, accesible y democrática.

_ La transparencia de procesos.

_ Tecnologías blockchain para generar tokens de intercambio de servicios entre la municipalidad y ciudadanos.

_ Tecnologías IOT para enlazar redes de servicios, mapear comportamientos, evaluar procesos y mejorar opciones.

_ Dar integración a economías colaborativas y observar ecosistema emprendedor tecnológico para captar innovación.

_ Clusters: Buscar el valor agregado y la diferenciación para competir globalmente y captar negocios, turismo, inversiones a toda escala.

_ Generar infraestructuras de movilidad, salud, educación, cultura y sociales en espacios públicos es el gran poder de igualación social. Donde la gente se cruza, en ambientes creativos surge la magia.

 

 

Resumen:

La ciudad inteligente del futuro no es acerca de tecnología sino acerca de los usuarios.

Es hacer comportarse a la ciudad y su gobierno como una empresa y su modelo de negocios, que debe competir globalmente y ganar satisfacción de usuarios y consumidores.

Es dotarla de valor agregado para diferenciarla, crear comunidades comprometidas, diversas y que interactúan socialmente en ámbitos estimulantes y vibrantes.

Es sobre la generación de políticas públicas conscientes de su responsabilidad social y ambiental.

Es fomentar la colaboración consorciada público-privada, que intercepta la transferencia de conocimientos entre el comercio, la Academia, la industria y la política.

 

Una Smart city es tan inteligente como la suma de sus partes que trabajen para generar extrategias de valor que trasciendan, aporten valor agregado a la calidad de vida de sus habitantes y sean agentes de cambio para las próximas generaciones.

 

 

 

Fuentes: Punta Smart Cities, Bid Lab, Kate Raworth, Naciones Unidas, Bloomberg, Jan Gehl.

 

 

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